Prólogo
Indignarse ante la violencia
Cuando realicé el primer acercamiento a este título, medejé llevar por la visión de quien colabora en la construcción de la Política Editorial del sistema del libro cubano,y pensé que me enfrentaba a una obra dirigida a especialistas del tema, sicólogos, sociólogos e interesados en ese complicado tema que es la violencia, máxime si es la violencia de género. Estaba absolutamente equivocado. Estamos ante un libro que le permitirá a cada lector reflexionar y ampliar sus concepciones sobre la violencia de género, en la familia y fuera de esta.
Y así me ocurrió en lo personal y también a amigos a quienes les entregué el primer manuscrito —aún sin pulir por su excelente editora— el cual nos atrapó de inmediato y nos hizo pensar en lo mucho que le resta a la sociedad cubana por luchar contra este flagelo.
A mediados de la década del noventa del pasado siglo, en el ensayoTendencias previsibles del delito y la criminalidad para el año 2000, publicado en revistas especializadas, consideré, entre otras cosas, que en el sigloxxi nos enfrentaríamos al aumento de la peligrosidad del delito a partir de la creciente inclinación a la organización y agrupación criminal y al aumento de la violencia y de los delitos violentos. Curiosamente, también se planteó que la participación femenina se incrementaría, sobre todo en los delitos de “cuello blanco”, como se les denomina en el argot legal.
Pero en ese entonces no llevamos nuestro razonamiento a valorar el fenómeno de la violencia de género y los vacíos que nuestra legislación deja sin cubrir y que permite sean cubiertos por nuevas formas de violencia.
Hagámonos entender, la violencia se ejerce por acción y también por omisión, cuando se transgreden los derechos de otra persona, cuando no se atienden las necesidades de cariño y afecto de un/a niño/a; cuando se abandona a un anciano, o se violan sus espacios o no se les tiene en cuenta para tomar decisiones en la familia; o no se atienden las necesidades de las personas enfermas o discapacitadas; cuando un padre niega la pensión a su hijo o le niega el reconocimiento; o cuando una mujer maltratada no es atendida adecuadamente por las autoridades y deja la solución “al problema entre marido y mujer”; o cuando la legislación no tiene en cuenta como atenuante del delito cometido por la mujer contra su pareja el haber sido víctima durante un largo período de tiempo de la violencia ejercida en su contra de diferentes formas, incluyendo el maltrato físico y la violación.
La violencia implica la imposición del poder de quien la ejerce para regular la conducta d