¿PODRÍA UN DEMÓCRATA CAMBIAR LA POLÍTICA
ESTADUNIDENSE EN MEDIO ORIENTE?*
28 de marzo de 2008
Recientemente, cuando la corresponsal deABC News Martha Raddatz interrogó al vicepresidente Cheney sobre las encuestas que mostraban que una mayoría abrumadora de los ciudadanos estadunidenses se oponen a la guerra en Iraq, él contestó: “¿Y?”
—Y... ¿no le importa lo que piensan los norteamericanos? —preguntó Raddatz.
—No —respondió Cheney, y explicó—: Creo que a uno no lo pueden hacer cambiar de curso las fluctuaciones de las encuestas de opinión pública.
Más tarde a Dana Perino, vocera de la Casa Blanca, que explicaba los comentarios de Cheney, se le preguntó si el público debería hacer un “aporte”.
Su respuesta:
—Ya tuvieron su aporte. El pueblo estadunidense hace un aporte cada cuatro años, y así es como está establecido nuestro sistema.
Así es. Cada cuatro años el pueblo estadunidense puede escoger entre candidatos cuyas opiniones rechaza, y después tiene que cerrar la boca.
El público, que evidentemente no alcanza a comprender la teoría democrática, discrepa enérgicamente.
“Hay un 81% que dice que cuando toman ‘una decisión importante’ los dirigentes gubernamentales ‘tendrían que prestar atención a las encuestas de opinión pública porque eso les ayudaría a percibir las opiniones del público”, informa el Programa sobre Actitudes Políticas Internacionales de Washington.
Y cuando se pregunta “si piensan que las ‘elecciones son el único momento en el que debería tener influencia la opinión de la gente, o si también entre elecciones los dirigentes deberían tomar en consideración el sentir del pueblo para tomar decisiones’ un extraordinario 94% dice que los dirigentes gubernamentales deberían prestar atención a las opiniones del público entre elecciones”.
Las mismas encuestas revelan que el público se hace pocas ilusiones acerca de la atención que se presta a sus deseos: 80% “dice que este país es manejado por unos pocos grandes intereses que se cuidan a sí mismos”, no “en beneficio de todo el pueblo”.
Con su ilimitado desinterés por la opinión pública, la administración Bush llegó muy lejos en el extremo nacionalista radical y aventurado del espectro político, y por esa razón se vio sujeta a críticas sin precedentes de las mayorías.
Es probable que un candidato democrático se mueva más hacia la norma centrista. No obstante, el espectro es estrecho. Si se observan los antecedentes y las afirmaciones de Hillary Clinton y Barack Obama, resulta difícil ver mayores razones para esperar que se produzcan cambios significativos en la política hacia el Medio Oriente.
Iraq
Es importante tener presente que ninguno de los candidatos democráticos ha expresado, en p