2. El trípode obsesivo
Llamamos trípode a una estructura con tres patas, tanto si sirve para sostener una cámara fotográfica o un telescopio como el cuadro de un pintor. Nos referimos con esta metáfora a la naturaleza de los componentes estructurales sobre los que se sustenta la obsesión.Estos pueden ser resumidos en tres categorías que ya han aparecido abundantemente a través de los ejemplos y las consideraciones que hemos desarrollado hasta este momento: la desconfianza, la duda y la culpa. La primera hace referencia a su índole emocional; la segunda, a su naturaleza cognitiva; la última, a su condición moral. Todas ellas están íntima y recursivamente ligadas entre sí, tal como puede observarse en el gráfico 1, titulado «Esquema general del sistema obsesivo», que hemos presentado y comentado al final del capítulo anterior.
Como esquema general, es posible que solo pueda ser comprendido en toda su complejidad en la medida en que se haya completado la lectura de este texto, por lo que iremos haciendo repetidamente mención a él a lo largo de los sucesivos capítulos. De esta gráfica queremos destacar, sin embargo, en este momento, su punta de lanza, que representa precisamente los tres componentes estructurales del trípode que hemos señalado.
LA DESCONFIANZA
«Latet anguis in herba», en la hierba se esconde la serpiente. Este versículo 93 de la tercera Bucólica de Virgilio, recogido por Shakespeare enMacbeth (1, 5) advierte de la necesidad de no fiarse de las apariencias y de la conveniencia de mantener siempre una actitud desconfiada y vigilante, actitud que nos acerca a la del paranoico. A diferencia de este, sin embargo, el obsesivo desconfía por sistema no solo de los demás, sino también de sí mismo. De sí mismo, porque no puede estar seguro de acertar en sus decisiones, de los demás, porque pueden engañarle.
A partir de estas premisas, el obsesivo está atento a los más mínimos detalles: puede desconfiar de las intenciones y la competencia de su terapeuta, llegando a hacer comprobaciones de la autenticidad de sus títulos. Quiere conocer su opinión respecto a los más diversos temas morales, religiosos, políticos, pedagógicos, intentando ponerlo a prueba. Busca activamente cualquier contradicción real o aparente en sus palabras o actitudes, introduciendo en la relación terapéutica la actitud hipervigilante que mantiene hacia sí mismo.
Esta desconfianza puede constituir, sin duda, un grave inconveniente tanto en el ámbito médico como en el psicológico. Un campo particularmente propenso a la aparición de la desconfianza es el de las enfermedades psicosomáticas, dado que las explicaciones médicas no satisfacen y las psicológicas no convencen.
Si no es físico, será psicológico
Alicia es una paciente de 32 años que acude a un grupo de psicoterapia derivada por su médico de cabecera, después de un largo recorrido por los departamentos de medicina digestiva, donde no saben encontrarle una causa orgánica para sus dolencias somáticas.
ALICIA:Por fin, desde hace seis meses que intenté pedir que me visitara un especialista digestivo, ya lo conseguí. Y me están haciendo pruebas que me dan pánico… Mañana, por ejemplo, tengo que ir a hacerme unas radiografías y estoy fatal. O sea, hasta una simple radiografía me provoca problemas, ¿no? Y el médico, porque tengo la impresión que le explico lo que me pasa y que piensa que es psicológico, que quizá no sé, no puede hacer nada; pero pienso que no me está haciendo caso. Porque yo me encuentro mal. Tengo problemas, estoy mareada todo el día, con ganas de vomitar y no sé qué hacer. Porque si supiese que es psicológico, miraría de superarlo. Y no sé, os lo quería comentar, porque no sé si servirá de algo, pero esto es uno de mis problemas graves. Cuando estoy enferma no me puedo enfrentar a nada. No confío en los médicos. En vosotros, los psicólogos, psiquiatras y tal, hasta ahora sí confío, pero en los médicos de otro tipo, pues no.
TERAPEUTA:¿Y cómo podrías saber qué es psicológico?
A.:Es que no lo sé, porque yo creo que a lo mejor algo… O sea, digamos, no sé si es la misma enfermedad que a