: Victoria Cirlot
: Figuras del destino Mitos y símbolos en la novela artúrica medieval
: Ediciones Siruela
: 9788419942555
: El Árbol del Paraíso
: 1
: CHF 10.60
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: Allgemeines, Lexika
: Spanish
: 304
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Publicado originalmente en 2005 con el subtítulo Mitos y símbolos de la Europa medieval, Figuras del destino permite el encuentro del lector con aquellas historias que adquirieron forma escrita en la Edad Media europea, antiguos mitos surgidos de un fondo pagano, céltico y germánico, que grandes escritores de los siglos XII y XIII, franceses y alemanes, consideraron dignos objetos de escritura y reflexión. Y así la historia narrada en esos mitos adquirió, en la cultura cortés y caballeresca, un estilo propio dentro del nuevo género de la época: el ciclo artúrico, lugar de confluencia de celtismo y cristianismo, paganismo y humanismo. Este ensayo propone una nueva lectura de la novela artúrica en la que las voces y acciones de sus personajes han sido restauradas para un oído y una visión actuales: Lancelot ante la carreta, Tristán ante la copa que contiene el filtro del amor y Perceval ante la súbita aparición del Castillo del Grial son las tres figuras analizadas, y abren tres posibles vías definidas como sacrificio, amor y búsqueda.

Victoria Cirlot nace en Barcelona en 1955. En la actualidad es catedrática de filología románica en la Facultad de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, y Directora del Doctorado en dicha Universidad. Se ha dedicado al estudio de la Edad Media: cultura caballeresca y mística. Realizó diversas traducciones de novelas artúricas de los siglos XII y XIII del francés antiguo, como por ejemplo Perlesvaus o El alto libro del Grial (publicado en Siruela con varias reediciones) y también de lírica trovadoresca (Jaufré Rudel, El amor de Ionh, Columna, Barcelona 1998). Entre sus libros dedicados a la novela artúrica destaca Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa medieval, Siruela, Madrid 2005. En el ámbito de la mística medieval se ha ocupado de Hildegard von Bingen (Vida y visiones de Hildegard von Bingen, Siruela, Madrid 1997-2006), así como de otras escritoras místicas (La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias de la Edad Media, Siruela, Madrid 2008, en colaboración). Ha trabajado acerca del fenómeno visionario en estudios comparativos de la Edad Media y siglo XX : Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente, Herder, Barcelona 2005, y en La visión abierta. El mito del Grial y el surrealismo, Siruela, Madrid 2010). Es directora de la colección El Árbol del Paraiso de la editorial Siruela. También se ha ocupado de la edición de la obra de su padre, el poeta y autor del Diccionario de símbolos, Juan Eduardo Cirlot.

I. Figuras del destino

«La voz del destino se oye, mucho más de lo que la figura del destino se ve.»

María Zambrano,Claros del bosque

La visibilidad o audición del destino sucede en momentos privilegiados de la vida. De pronto la persona alcanza a ver u oír la curva de la vida. El sentido se concentra de tal modo que dibuja una figura repentinamente visible, fruto de la unión de puntos dispersos, como las estrellas que forman figuras en la bóveda celeste. Pero se vea o no la figura del destino, lo que anticipa la situación de la persona delante del destino es un silencio resonante, la repentina apertura de un espacio sonoro o, como describió Cristina Campo enLa flauta y la alfombra: «La escena del destino es cóncava, callada y resonante, como la caja de un precioso instrumento; es el laúd suspendido de Poe»1. Chrétien de Troyes creó insuperables escenas de destino. El carácter icónico de la novela artúrica insiste en la visibilidad del destino a través de la figura, pero entre los octosílabos pareados de ciertos pasajes es posible también oír ese silencio que resuena en el espacio cóncavo, del mismo modo que todo verdadero cuento entraña un final seguido de una «página en blanco», como decía Isak Dinesen, el espacio necesario para que retumbe la paradoja contenida en el relato2. Erec, Lancelot, o Yvain, son todos ellos personajes cuyas historias tienen como objetivo fundamental enfrentarlos, a ellos y a sus lectores, a los emblemas que de pronto se forman ante sus miradas, en los que se contiene la orientación futura de su andadura vital: la imagen de un leopardo, una carreta, el combate entre un león y una serpiente, aparecen en momentos de una gran densidad para marcar una cesura, una pausa, un intervalo. A través del signo que repentinamente les ofrece la vida, estos personajes adquieren conciencia de su ser y, por tanto, de su trayectoria. En el relato se hace el silencio para dar entrada a la voz del destino, que a veces, como en el caso de Perceval, no se petrifica en imagen, sino en la palabra, que es el propio nombre del protagonista, ignorado hasta aquel preciso instante.

En el primer roman artúrico de Chrétien de Troyes3, la figura del destino se forma como emblema que condensa la decisión de Erec ante el suceso imprevisto que repentinamente pone en crisis su identidad. En medio de la más completa dicha el mundo se derrumba ante sus pies. Una bofetada en forma de palabra, como los latigazos del enano felón al principio del relato, despierta a Erec de su sueño: la realidad se ha transformado, es diferente a lo que él creía; todo lo que ha hecho hasta el momento, no sirve; es necesario ponerse de nuevo en movimiento. La veloz comprensión de lo que ha ocurrido impulsa a Erec a una también rápida determinación, a una respuesta al ataque recibido, que no puede ser otra más que la acción, lo que en la novela artúrica se simboliza a través de la salida de la corte, y por tanto del lugar de la civilización y de la colectividad, y del internamiento en el bosque, el lugar de la soledad, del riesgo y del peligro, esto es, el lugar de la aventura. Entre el desdichado despertar de Erec y su salida de la corte se dibuja la figura del leopardo. ¿Cuál es el significado de este leopardo? Asistamos a la escena del destino:

Et Erec un autre apela,Erec llamó a otro
Si li comande a aportery le ordena que le traiga
Ses armes por son cors armer.las armas para armarse.
Puis s’an monta en unes loiges,Luego sube a sus estancias
Et fist un tapiz de