Introducción
¿Sonlas matemáticas algo emocional?La gente suele decir que no, pero yo creo que sí. Un matemático es una persona y tiende a sentir emociones fuertes sobre qué parte de las matemáticas está dispuesto a soportar y, naturalmente, emociones fuertes sobre otras personas y las clases de matemáticas que le gustan.
Por ejemplo:«¿Quéprefieres, números o dibujos, símbolos o gráficas, álgebra o geometría?». Yo soy principalmente un hombre de números, y no sólo me ponen nervioso los dibujos, sino incluso la gente que los prefiere» (Paul R. Halmos, 1991: 34)
Matemática emocional es un libro que trata de las influencias afectivas en el conocimiento de las matemáticas. Al igual que Halmos nosotros también creemos que el estilo matemático está relacionado con las emociones. Actualmente crece en la conciencia colectiva la necesidad de desentrañar los aspectos emocionales del conocimiento, en los que posiblemente haya que buscar la raíz de muchos fracasos de nuestra vida intelectual y, en particular, de nuestra educación.
Si hiciéramos un estudio de las palabras utilizadas en las discusiones del profesorado y de los investigadores sobre los factores de aprendizaje, «afectividad» y «motivación» serían las que encabezarían la lista. Este hecho pone de manifiesto que, en el ámbito de la enseñanza, se reconoce la gran influencia que las variables afectivas ejercen en la construcción del conocimiento de los y las estudiantes. No obstante, en la investigación escolar, el aprendizaje se ha medido por los logros académicos en los aspectos cognitivos. Aun reconociendo que los resultados afectivos, procedentes de la metacognición y de la dimensión afectiva del individuo, determinan la calidad del aprendizaje, estos estudios no se han incorporado hasta hace relativamente poco tiempo. Hemos de esperar la década de los 80 para que gran parte de las investigaciones en Didáctica de las Matemáticas sobre procesos de aprendizaje comiencen a centrarse en estos aspectos, a los que se añade otra variable importante: el contexto sociocultural. Este nuevo enfoque pone de manifiesto el papel esencial que la dimensión afectiva juega en la enseñanza y el aprendizaje de la matemática.
Es necesario tener en cuenta esta preocupación e insistir en la toma de conciencia de esta componente capital en la vida del alumnado. Desde nuestro punto de vista, queda aún bastante camino por recorrer, dado que, en la práctica, la integración de la perspectiva afectiva está por lograr en las situaciones de enseñanza y aprendizaje. Si echamos una ojeada al desarrollo teórico sobre distintas variables afectivas (motivación, actitudes, sentimientos, etc.) sus discursos son más contundentes y más matizados que sus propuestas de acción cotidiana en el aula. Parece urgente no sólo reflexionar sobre estas cuestiones sino presentar propuestas operativas que integren la dimensión afectiva en el aprendizaje. Ésta es la propuesta que ofrecemos a nuestros lectores con este libro.
La experiencia que se describe nace de la reflexión desarrollada en torno a la búsqueda de propuestas alternativas para estudiantes que fracasan en la matemática escolar y de nuestra experiencia en formación del profesorado. La investigación que realizamos fue una Tesis Doctoral sobre las influencias afect