UNO
LA BRUJA SE DESPLAZABA POR EL RESTAURANTE ATESTADO DEgente, atrayendo todas las miradas. Tenía una larga melena castaña, piel de porcelana y los labios tan rojos como el vestido que ceñía su esbelta figura. En sus orejas, su garganta y sus muñecas refulgían diamantes. Podría haber pasado con facilidad por la joven esposa de un político o un hombre de negocios que hubiera quedado a cenar con unos amigos. Muchos la considerarían una mujer bella, elegante, vestida a la última moda... e inofensiva.
Y cometerían un terrible error.
No miró a su izquierda ni a su derecha. Solo estaba pendiente de una persona.
De mí.
No hice amago de sonreír. No alcé la mano para saludar.
En lugar de eso, me concentré en disimular lo asustada que estaba. Lo último que necesitaba esa noche era mostrar mi miedo.
Mi mirada pasó de la bruja al joven alto que la acompañaba. Ojos negros. Cabello oscuro. Hombros anchos. Mandíbula tensa y cuadrada. Un tatuaje de una daga a un lado del cuello, visible sobre las solapas de su gabán de cuero negro. La bruja podía parecer inofensiva, pero Jericho Nox hacía saltar todas las alarmas de quien lo mirase: su aspecto provocaba la reacción instintiva de huir en dirección contraria. A mí, sin embargo, me alivió tanto ver al Corazón Negro que se me cortó el aliento por un instante.
Poco después de llegar a Cresidia, una ciudad a novecientos kilómetros al norte de Puertoferro, Jericho había desaparecido sin decir una sola palabra. Pasaron cinco largos días en los que no supe nada de él; llegué a convencerme de que su malvada jefa le había castigado por fracasar en su última misión... o, aún peor, que lo había matado. Pero entonces, esa misma mañana, recibí un mensaje: esa noche, debía reunirme con él y con la bruja. Y estaríamos los tres solos.
Jericho escudriñó el restaurante con expresión acerada e impenetrable. Yo me encontraba en un compartimento algo apartado del resto del local, al otro lado de un arco de piedra. Fuera, el restaurante bullía de camareros y, sobre todo, de clientes. Bajo ningún concepto me habría reunido con esa bruja sin contar con un centenar de testigos.