: Amitav Ghosh
: La maldición de la nuez moscada
: CAPITÁN SWING LIBROS
: 9788412708431
: Ensayo
: 1
: CHF 10.70
:
: Politikwissenschaft
: Spanish
: 392
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El nuevo libro de Amitav Ghosh, una poderosa obra de historia, ensayo, testimonio y polémica, remonta nuestra crisis planetaria contemporánea al descubrimiento del Nuevo Mundo y la ruta marítima hacia el Océano Índico. 'La maldición de la nuez moscada' sostiene que la dinámica del cambio climático actual hunde sus raíces en un orden geopolítico secular construido por el colonialismo occidental.  ; En el centro de la narración de Ghosh está la hoy omnipresente especia nuez moscada. La historia de la nuez moscada es una historia de conquista y explotación, tanto de la vida humana como del entorno natural. En manos de Ghosh, la historia de la nuez moscada se convierte en una parábola de nuestra crisis medioambiental, revelando el modo en que la historia humana siempre ha estado enredada con materiales terrestres como las especias, el té, la caña de azúcar, el opio y los combustibles fósiles. Nuestra crisis, demuestra, es en última instancia el resultado de una visión mecanicista de la Tierra, en la que la naturaleza sólo existe como un recurso para que los humanos la utilicemos para nuestros propios fines, en lugar de una fuerza propia, llena de agencia y significado. &# 3; Escribiendo con la pandemia mundial y las protestas de Black Lives Matter como telón de fondo, Ghosh enmarca estos relatos históricos de una manera que conecta nuestras historias coloniales compartidas con la profunda desigualdad que vemos a nuestro alrededor hoy en día. Entrelazando debates sobre todo tipo de temas, desde la historia global del comercio del petróleo hasta la crisis migratoria y la espiritualidad animista de las comunidades indígenas de todo el mundo, 'La maldición de la nuez moscada' ofrece una aguda crítica de la sociedad occidental y habla de las formas profundamente notables en que la historia humana está moldeada por fuerzas no humanas.

Autor indio bengalí. Estudió en el internado masculino The Doon School de Dehradun. Creció en la India, Bangladesh y Sri Lanka. Mientras estudiaba, colaboraba regularmente con ficción y poesía en The Doon School Weekly (dirigido entonces por Seth) y fundó la revista History Times junto con Guha. Después de Doon, se licenció en el St Stephen's College, la Universidad de Delhi y la Delhi School of Economics. Obtuvo la beca de la Fundación Inlaks para completar un doctorado en antropología social en St Edmund Hall, Oxford. Trabajó en el periódico Indian Express de Nueva Delhi y en varias instituciones académicas. En 1986 publicó su primera novela. Ghosh Ganó el 54º premio Jnanpith en 2018, el mayor galardón literario de la India. Ha recibido dos premios Lifetime Achievement y cuatro doctorados honoris causa. En 2007, el Presidente de la India le concedió el Padma Shri, uno de los más altos honores del país. En 2009, fue elegido miembro de la Royal Society of Literature. En 2010 fue ganador, junto con Margaret Atwood, del premio Dan David, y en 2011 recibió el Gran Premio del festival Metrópolis Azul de Montreal. Fue el primer escritor en lengua inglesa en recibir el galardón.

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La caída de una lámpara

Hasta el día de hoy nadie sabe con exactitud qué sucedió en Selamon aquella noche de abril del año 1621, solo que una lámpara cayó al suelo en el edificio donde se alojaba el funcionario holandés Martijn Sonck.

Selamon es una aldea en el archipiélago de Banda, una pequeña agrupación de islas en el extremo sureste del océano Índico.[1]La localidad se encuentra en la punta norte de la isla de Lontor,que en ocasiones también se denomina Gran Banda (Banda Besar)por ser la mayor del conjunto.[2]«Gran» es un adjetivo algo exagerado para una isla de cuatro kilómetros de largo y poco menos de un kilómetro de ancho, pero su tamaño no es precisamente insignificante en un archipiélago tan diminuto que en la mayoría delos mapas se representa con una serie de puntitos.[3]

Sin embargo, aquí tenemos a Martijn Sonck el 21 de abril de 1621,a medio planeta de su tierra natal, en elbale-bale, o salón de reuniones, de Selamon, que ha confiscado para su propio disfrute y el de sus consejeros.[4]Sonck también ha tomado la mezquita más venerable del asentamiento: «una hermosa institución» construida en piedra blanca, de interior limpio y ventilado, con dos grandes tinas a la puerta para que los congregantes se laven los pies antes de entrar. Los ancianos de la aldea no han aceptado de buen grado la ocupación de su templo, pero Sonck ha rechazado sus protestas con brusquedad y les ha dicho que tienen muchos otros lugares para practicar su religión.

Esto concuerda con todo lo demás que ha hecho Sonck en el poco tiempo que lleva en la isla de Lontor. Se ha apoderado de las mejores casas para sus tropas y ha enviado a sus soldados a pulular por el pueblo, aterrorizando a sus habitantes. No obstante, estas no son más que medidas preliminares para sentar las bases de su verdadero objetivo: Sonck ha llegado a Selamon con la orden de destruir la aldea y expulsar a sus habitantes de esta isla idílica, con exuberantes bosques y un refulgente mar azul.

La brutalidad de su plan es tal que los aldeanos quizá aún no hayan acabado de comprenderlo. Aunque es cierto que el holandés no ha ocultado en ningún momento sus intenciones; antes bien, ha dejado clarísimo a los ancianos que espera su plena cooperación en la destrucción de su propio asentamiento y la expulsión de sus vecinos.

Sonck tampoco es el primer funcionario holandés en transmitir este mensaje en Selamon. Los aldeanos, al igual que sus vecinos bandaneses, ya han soportado varias semanas de amenazas y demostraciones de fuerza, siempre acompañadas de las mismas exigencias: derribar las murallas de la aldea, entregar las armas y las herramientas —hasta los timones de sus barcos— y prepararse para su inminente salida de la isla. Estas demandas son tan extremas, tan descabelladas, que sin duda se habrán preguntado si los holandeses están en sus cabales. Pero Sonck se ha esmerado en hacerles entender que va en serio: a su oficial al mando, nada menos que el mismísimo gobernador general, se le ha agotado la paciencia. La gente de Selamon tendrá que obedecer sus órdenes hasta el más mínimo detalle.

¿Cómo será enfrentarte cara a cara con alguien que te ha dejado claro que posee poder suficiente para acabar con tu mundo y que tiene toda la intención de hacerlo?

La población de Selamon y sus vecinos bandaneses llevan un parde décadas resistiendo a los holandeses en la medida de sus capacidades; en ocasiones incluso han logrado expulsar a los europeos. Pero jamás han tenido que enfrentarse a una fuerza tan grande y tan bien armada como la que Sonck ha traído consigo. Viéndose aventajados, los aldeanos han hecho todo lo posible por apaciguar al holandés: mientras algunos han huido a los bosques vecinos, un gran número se ha quedado, tal vez con la esperanza de que se trate de un error y los europeos se marchen si consiguen aguantar.

Quienes han permanecido en la aldea, muchos de ellos mujeres y niños, se han guardado de no dar excusa alguna a los holandeses para ejercer la violencia. Pero Sonck tiene una misión que cumplir, una misión para la que no está particularmente capacitado —es recaudador, no soldado—, y es probable que lo asalte un sentimiento de inadecuación. En la calma de los aldeanos advierte una ira latente y tal vez desee que le ofrezcan una excusa, un pretexto cualquiera para dar el siguiente paso.

En la noche del 21 de abril, cuando Sonck se retira a la requisada casa de reuniones de Selamon con sus consejeros, su estado de ánimo es muy precario. Hay tanta tensión en el ambiente que el silencio pareciera augurar una erupción sísmica.

La atmósfera es tal que, para alguien en el estado de Sonck,acaso sea imposible ver en la caída de un objeto un percance cualquiera: tiene que haber algo más, e