: Ernesto Thomas
: Cuentos de la calle Marne - Tomo VII
: Editorial Bubok Publishing
: 9788468577265
: 1
: CHF 4.40
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: Erzählende Literatur
: Spanish
: 150
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Este es el séptimo tomo de la serie Cuentos de la calle Marne, en los cuales se compendia la escritura llevada a cabo durante treinta años por Ernesto Thomas González (1968), desde 1989, hasta el 2018. Un espacio literario realista, sensible, creativo, desgarrador, vivo.

UNO El autor de estas obras, es Ernesto Thomas González, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1968. Su padre fue Charles Thomas Peña (1933-2014), y su madre fue Milda Rosalía González Loitey (1932-1979). Ernesto es el mayor de dos hermanos, Marina (1969), y Martín (1972). Charles Thomas fue capitán de marina mercante, y Milda González fue maestra de educación primaria. Ambos fueron de ideología ultraizquierdista. Charles Thomas militó activamente en la guerrilla ultraizquierdista de los oscuros años de la lucha subversiva de los años 1970 en el Uruguay, y utilizó una barca de su propiedad para desembarcar armamento para suministrarlo a la lucha guerrillera, en horas de la noche, en las playas cercanas a Montevideo, proveniente de buques soviéticos. Durante esos años, Charles Thomas, como miembro de la guerrilla, circulaba armado con un arma de fuego por las calles. Milda González, por su lado, fue una militante izquierdista del gremio de la enseñanza. DOS En 1976, cuando la dictadura militar se endureció en el Uruguay, y las policías de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay concertaron el nefasto Plan Cóndor, Charles Thomas fue advertido por un amigo que era jerarca de la Policía en Montevideo, que existía una orden de captura contra él y su esposa. Entonces, Charles, Milda, y sus hijos, Ernesto, Marina y Martín, emigraron a Buenos Aires, en la Argentina. Pero la estadía de la familia en Buenos Aires duró poco más de un mes, porque, una vez en la Argentina, este mismo jerarca policial que auxilió a Charles de ser capturado en Uruguay, y en un gesto muy noble, y muy arriesgado, fue a visitar directamente a su amigo, para comunicarle personalmente la existencia del Plan Cóndor, y para avisarle de que Argentina no era un lugar de exilio seguro. TRES Finalmente, en abril de 1976, la familia del escritor abandona a Buenos Aires exiliándose a España en el trasatlántico italiano Cristóforo Colombo. El escritor cumplió sus 8 años de edad en medio del océano Atlántico. Una vez en España, más exactamente en el País Vasco, la familia vive un período de paz, primero en una vieja casa campesina, a la que los vascos llaman 'caserío', recibiendo la ayuda y el afecto de familiares vascos de la familia materna del autor. Luego, la familia se trasladó a un pintoresco pueblito, muy cercano a la ciudad de Bilbao, llamado Santurce, donde el escritor estudió tercer, cuarto y quinto años de educación primaria en el colegio Las Viñas. En 1978, sin embargo, la madre del escritor, Milda González, contrae cáncer de mama, y, tras una enfermedad que duró seis meses, Milda falleció el 29 de abril de 1979. Milda falleció exactamente una semana después de que el escritor cumpliera sus 11 años de edad. Sin embargo, unos meses antes, el escritor, en 1978, por razones desconocidas, fue sometido a un peritaje psiquiátrico, en el Instituto Deusto de Bilbao, y fue diagnosticado como 'niño psicópata'. Debido a la enfermedad de Milda, el tratamiento psicológico para el escritor fue postergado, pero, tras el fallecimiento de su madre, el escritor fue sometido a un duro tratamiento psiquiátrico y psicológico. Ante la pérdida de su madre, y debido a la profesión marítima de su padre, que lo obligaba a ausentarse de tierra por muchos meses, fue la abuela paterna de estos niños, Everilda Peña (1906-2003) la que fue a España para hacerse cargo de sus crianzas.

ACERCA DE LAS MUJERES-REPTILES

Examinando las características verdaderas de las mujeres comunes y ordinarias –por no decir de TODAS las mujeres- y juzgando, como buen estudiante de Filosofía que soy (aunque no tanto), más allá de las simples apariencias que nos dan nuestros torpes sentidos, y usando la lógica deductiva y el sentido común, en el día de hoy he hecho un descubrimiento extraordinario, a la vez que terriblemente horroroso.

En primer lugar, he de decir que LAS MUJERES NO SON SERES HUMANOS, SINO REPTILES EXTRATERRESTRES, que vinieron a invadir el planeta Tierra y a someter al verdadero ser humano, al hombre masculino, de su mundo natural.

Sí, lamentablemente, estas mujeres, que tanto nos afanamos por defender sus “derechos de mujer”, y que el hombre, por lo general, tanto apreciamos, como madres, esposas e hijas, son verdaderos monstruos, no son humanas, y son mujeres-reptiles extraterrestres que vinieron a invadir la Tierra y sacar al hombre, al verdadero ser humano, de su Edén natural, desde hace miles de años.

No es casual que la palabra “Hombre”, designada en expresiones tales como “Historia del Hombre en el Mundo”, sea sinónimo de “Historia del Ser Humano en el Mundo”, y que la acepción “hombre” sea sinónimo de “ser humano”, en el que pretenden introducirse –coladas tramposamente- las mujeres-reptiles extraterrestres que nos invadieron a nosotros, los hombres, los verdaderos seres humanos, no extraterrestres.

No sé si alguno de ustedes recuerda aquella serie de televisión de la década de 1980, llamada “V INVASIÓN EXTRATERRESTRE”, en que los extraterrestres eran reptiles, descendientes de los antiguos y extintos dinosaurios, y que, al invadir la Tierra, se ponían un disfraz que los hacía parecer seres humanos.

No sé si se acuerda alguno de ustedes que la comandante de todos esos invasores, era un reptil que tenía toda la apariencia de una mujer preciosa y arrogante, y que detrás de la belleza de su disfraz era un asqueroso reptil con traje de mujer hermosa.

Incluso, en esa serie, se dio un capítulo en donde los reptiles extraterrestres se cruzaron con una humana, y tuvieron un hijo humano-reptil.

No importa que no hayan visto esa serie, o si no se acuerdan de ella, lo importante es decir que las mujeres que habitan esta sociedad “humana”, no son humanas, sino asquerosos y repugnantes mujeres-reptiles extraterrestres que vinieron a perturbar al hombre, al verdadero ser humano, de su estado de naturaleza.

Al igual que en esa serie, las mujeres son seres extremadamente asquerosas y repugnantes, y se “disfrazan” de belleza y ternura, para engañar a los ojos y los sentidos de los verdaderos humanos, o sea, a nosotros, los hombres, de forma similar en la que en esa serie aquella aparentemente hermosa y joven comandante extraterrestre y decidida no tenía más que un disfraz exterior, y que por dentro era un asqueroso bicho inhumano.

Debo decir que las mujeres, en realidad, son, en esencia, horriblemente feas y apestosas, y que ellas mismas son conscientes de esto.

Por eso, disfrazan sus esencias reptílicas y desagradables, con un disfraz de belleza y de ternura, con el que nos han engañado a los verdaderos seres humanos, a los hombres, desde miles de años atrás, desde cuando nos arrancaron a los hombres de nuestro verdadero estado de naturaleza donde vivíamos en el planeta Tierra, antes de ser invadidos y seducidos por los disfraces de estas mujeres-reptiles invasoras.

A pesar de lo repulsivas y asquerosas que son realmente, saben ocultar muy bien sus defectos reptílicos, hasta tal punto de que, durante miles de años, nosotros, los hombres, las tomamos como si fueran seres humanos y, peor aún, nos engañaron con sus bellos disfraces parecidos al cuerpo del ser humano –el del hombre-, y nos sedujeron durante toda la Historia con su engañosa y falsa belleza corporal y espiritual.

Hasta tal punto fue el engaño, que los verdaderos seres humanos –nosotros, los hombres- llegamos a crear deidades, como Diana o Afrodita, por decir solo dos ejemplos de muchos, y llegamos a considerarlas como “diosas del Amor y de la Belleza”.

¿Belleza en las mujeres? ¡Es todo un engaño! ¡Un terrible y desalmado engaño de estas odiosas mujeres-reptiles!

Durante siglos, engañados por sus disfraces que ocultaban sus fealdades reptílicas, los hombres nos “enamorábamos perdidamente” de sus aparentes “bellos encantos” (sus disfraces), que ocultaban sus fealdades horripilantes.

La Historia de la Humanidad (es decir, la del hombre), está plagada de toda una innumerable serie de literatura amorosa en torno a estas asquerosas mujeres-reptiles, de amantes y poetas engañados por sus disfraces de belleza, que les dedicaron una cuantiosa cantidad de bibliotecas y literatura romántica y amorosa, y llegamos hasta el punto de fornicar con estas verdaderas monstruosidades sin saber jamás quiénes eran ellas realmente, hasta el día de hoy, en que yo descubrí todos sus engaños, y hasta el romántico suicidio amoroso.

Las mujeres-reptiles son extraordinariamente feas y repugnantes. Para empezar, desde temprana edad, les sangran sus genitales. Se llenan de sangre coagulada la ingle, pero estas mujeres-reptiles saben ocultarlo muy bien, y nunca lo admiten, y se limpian a escondidas, y van al baño a lavarse, o usan toallas higiénicas o tapones menstruales.

Estas horribles mujeres-reptiles son feas, y, para ocultarlo, usan todo el tiempo perfumes como disfraz para ocultar sus f