: Neal Shusterman
: Everfound
: NOCTURNA
: 9788419680143
: Trilogía Everlost
: 1
: CHF 8.00
:
: Jugendbücher ab 12 Jahre
: Spanish
: 568
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Los aliados de Mary Hightower, que yace en un ataúd de cristal, han emprendido su espantosa misión. A su ejército se une un recién llegado: Jix, espía del rey maya de Everlost, cuyas intenciones puede que no sean tan claras como creen. Mikey intenta desesperadamente rescatar a Allie, mientras que Nick apenas recuerda quién era antes. Y entretanto, a medida que se forjan nuevas alianzas e intrigas, la lucha por el alma de Everlost llega a su punto álgido. En la evocadora trilogía de Everlost, Neal Shusterman -autor de libros tan exitosos como Siega y ganador del Premio Nacional de Literatura Juvenil en Estados Unidos- explora temas como la vida, la muerte y lo que podría haber a medio camino.

Neal Shusterman (Nueva York, 1962) es autor superventas de más de treinta libros para lectores jóvenes y adultos, entre los que destacan la serie Desconexión, Sed (Nocturna, 2019), Everlost (Nocturna, 2023) y El abismo. Tras ganar el Premio Nacional de Literatura Juvenil, ha publicado la trilogía El arco de la Guadaña -compuesta por Siega (Nocturna, 2017), Nimbo (Nocturna, 2018) y Trueno (Nocturna, 2020)-, que no solo ha obtenido la nota más alta en cinco de las ocho revistas literarias más importantes de EE.UU., sino que se ha publicado en una docena de idiomas, ha entrado en la lista de best sellers del New York Times y Universal ha comprado sus derechos cinematográficos. En su nueva novela, Punto de inflexión (Nocturna, 2022), plantea una reflexión sobre los privilegios a partir de una trama relacionada con los mundos paralelos.

2

Mascarón de proa

Si Allie Johnson podía encontrar algo agradable en el hecho de estar atada al frente de un tren, era las vistas. Las puestas de sol resultaban magníficas. Ni siquiera en Everlost, donde los colores y las texturas del mundo de los vivos aparecían desvaídas, casi apagadas, los espectaculares cielos perdían nada de su majestuosidad, y teñían las cambiantes hojas de noviembre de cada árbol, ya estuviera vivo o muerto, en tonos de fuego, antes de que la puesta de sol se disolviera en el anochecer. Eso le hacía preguntarse a Allie si las nubes, las estrellas y el sol no existirían al mismo tiempo en Everlost y en el mundo de los vivos. Indudablemente, la luna era la misma para los vivos y para los muertos.

«No, muertos no —tuvo que recordarse—. Atrapados entre la vida y la muerte…». Aunque Allie estaba más cerca de la vida que la mayoría de los que andaban por Everlost. Eso la convertía en una persona valiosa, eso la hacía peligrosa, y por eso se encontraba atada al frente de un tren fantasma.

Precisamente en aquel momento, Allie no disfrutaba de vistas magníficas. Lo único que podía ver era la portada de una blanca ermita de madera. La hubiera encontrado muy pintoresca de no ser porque la tenía a un palmo de la nariz.

El tren llevaba horas parado ante la ermita, mientras Milos, Speedo y un puñado de los mejores y más inteligentes muchachos de Mary Hightower se preguntaban qué hacer.

No parecía que pudieran preguntarle a la propia Mary.

Speedo, que goteaba eternamente agua del ridículo bañador que llevaba cuando murió, siempre ofrecía las soluciones más complicadas a los obstáculos que encontraban en el camino.

—Podríamos volver —sugirió—, buscar otra vía muerta y seguir por ella. —Pues un tren fantasma como aquel solo podía viajar por vías que ya no existieran en el mundo de los vivos.

Milos, que en ausencia de Mary hacía las veces de jefe, negó con la cabeza.

—Nos llevó mucho tiempo encontrar una vía que no fuera un callejón sin salida. ¿Qué posibilidades tenemos de encontrar otra? —Hablaba con un leve acento ruso que Allie en cierto momento había