: Neal Shusterman
: Everwild
: NOCTURNA
: 9788419680136
: Trilogía Everlost
: 1
: CHF 7.60
:
: Jugendbücher ab 12 Jahre
: Spanish
: 496
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Los caminos de Nick y Allie se han separado en Everlost, la extraña tierra a la que llegaron tras su accidente. Nick quiere ayudar a los muertos para que dejen atrás ese limbo, pero la autoproclamada reina de las almas perdidas prefiere mantenerlos atrapados en Everlost para toda la eternidad. Por su parte, Allie ha emprendido un viaje con un antiguo monstruo para buscar a sus padres. Será en esa travesía cuando descubra una impactante verdad que la llevará a cuestionarse su lugar en ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos. En la evocadora trilogía de Everlost, Neal Shusterman -autor de libros tan exitosos como Siega y ganador del Premio Nacional de Literatura Juvenil en Estados Unidos- explora temas como la vida, la muerte y lo que podría haber a medio camino.

Neal Shusterman (Nueva York, 1962) es autor superventas de más de treinta libros para lectores jóvenes y adultos, entre los que destacan la serie Desconexión, Sed (Nocturna, 2019), Everlost (Nocturna, 2023) y El abismo. Tras ganar el Premio Nacional de Literatura Juvenil, ha publicado la trilogía El arco de la Guadaña -compuesta por Siega (Nocturna, 2017), Nimbo (Nocturna, 2018) y Trueno (Nocturna, 2020)-, que no solo ha obtenido la nota más alta en cinco de las ocho revistas literarias más importantes de EE.UU., sino que se ha publicado en una docena de idiomas, ha entrado en la lista de best sellers del New York Times y Universal ha comprado sus derechos cinematográficos. En su nueva novela, Punto de inflexión (Nocturna, 2022), plantea una reflexión sobre los privilegios a partir de una trama relacionada con los mundos paralelos.

4

La Apartada

Cierta cálida tarde de junio, dos descubridores encontraron una cafetería de pueblo que había ardido muchos años antes. El mundo de los vivos había pavimentado todo aquel terreno y lo había convertido en un aparcamiento para los coches que iban al banco de al lado, pero en Everlost seguía existiendo la cafetería, cuyos revestimientos cromados relucían al sol de la tarde. Era el único edificio de la ciudad que había cruzado a Everlost, y se había convertido en el hogar de una docena de neoluces.

Los descubridores, un chico y una chica, llegaron a lomos de un caballo. Esto era algo inaudito. Bueno, no exactamente inaudito, pues circulaban historias sobre cierta descubridora que viajaba en el único caballo del que se supiera que había cruzado a Everlost. Se decía que viajaba con un compañero, aunque a él apenas se lo mencionaba en aquellos rumores. Cuando los niños salieron de la cafetería, guardaron las distancias. Mostraban interés, pero al mismo tiempo temían que pudiera ser la descubridora de la que hablaba la leyenda. Las neoluces de la cafetería eran todas de corta edad, y la chica mayor, que se llamaba Dinah, era la jefa. Había muerto a los diez años, y lo que mejor recordaba de sí misma era que tenía un cabello largo y exuberante, que ahora la seguía a todas partes como una suave cola de novia de color ámbar.

Ya hacía un buen rato que los descubridores habían llegado a la ciudad. La llegada de descubridores siempre empezaba en esperanza y terminaba en decepción. Los descubridores no paraban de buscar cosas que hubieran cruzado a Everlost, comerciando y cambiando los objetos que encontraban por cosas de mayor valor. Pero por allí no cruzaba gran cosa. Los descubridores normalmente se despedían con un gesto de desprecio para no volver nunca más.

—Lo siento —les dijo Dinah a los dos mientras se bajaban del caballo—. No tenemos mucho con lo que comerciar. Tan solo esto. —Y les enseñó un cordón de zapato.

El chico se rio.

—¿Cruzó el cordón y no cruzó el zapato con él?

Dinah se encogió de hombros. Se esperaba que hicieran aquel comentario.

—Es todo lo que tenemos. Si te interesa, danos algo a cambio. Si no, te puedes ir. —Dinah miró entonces a la chica, y se atrevió a preguntar lo q