: Astrid Santana
: Planos imaginarios La isla figurada por el cine cubano
: RUTH
: 9789593043700
: 1
: CHF 4.40
:
: Bildende Kunst
: Spanish
: 263
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Aporte de indudable valía, al concentrarse en uno de los más relevantes creadores cubanos, Fernando Pérez, es este libro. Como se advierte en las «Notas preliminares» de este excelente volumen, no estamos ante un panorama de la cinematografía nacional, sino frente a «exploraciones concretas en películas que proporcionan temas, representaciones, formas de concebir y conocer el universo de la experiencia cubana a través de sus relatos y operaciones simbólicas». Son iluminadores los estudios en torno a la obra de Tomás Gutiérrez Alea y los acercamientos a otros creadores de primer orden: Sara Gómez, Fernando Pérez, Juan Carlos Tabío (en quien reconoce al «último cineasta feliz»), Ernesto Daranas. La autora revisa las miradas distintas sobre la construcción del héroe y el paso de la epopeya a la intimidad; el espíritu lúdico en los noventa y el abordaje de la marginalidad vinculada a la crisis, a inicios del nuevo siglo; ?nalmente, se arriesga en el análisis de largometrajes y cortometrajes debidos a jóvenes cuya cosmovisión es ya otra, empeñados, con idéntica pasión que sus mayores, en entender el contexto donde viven y recrearlo en imágenes cambiantes y difusas. El hilo que atraviesa todo el conjunto es la indagación en las maneras coincidentes o contradictorias en que el cine cubano ha imaginado las complejidades de la Isla y, en particular, cómo aparecen las nociones de identidad, memoria y mito en función de representar la historia o los procesos que les han sido contemporáneos a los realizadores.

Astrid Santana Fernández de Castro (La Habana, 1977) es Profesora Titular de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y miembro de su Departamento de Estudios Teóricos. Doctora en Ciencias Literarias (2010), es especialista en literatura comparada y cine. Ha publicado los libros: Islas y ?cciones (Editorial Arte y Literatura, 2007) y Literatura y cine. Lecturas cruzadas sobre las Memorias del subdesarrollo (Editorial UH / Ediciones ICAIC, 2010).

El 68, la memoria conmemorativa
de los Cien Años de Lucha yLa odisea
del general José
(1968) de Jorge Fraga




…el balance de la lucha republicana entre la memoria y el olvido es, hasta enero
del 59, la frustración del desafío de la memoria por la inercia del olvido.

Jorge Fraga: «Nota sobre el cine, la cultura y los mambises»


No cojas lucha, que son cien años…

Del refranero popular humorístico, 1968.


Conmemoración y representaciones



José Lezama Lima, con su particular poética y visión del mundo, considera: «Recordar es un hecho del espíritu, pero la memoria es un plasma del alma, es siempre creadora, espermática, pues memorizamos desde la raíz de la especie. Aun en la planta existela memoria que la llevará a adquirir la plenitud de su forma, pues laflor es la hija de la memoria creadora».18Al distinguir el recuerdo de la memoria, el escritor le otorga valor perdurable y seminal a la segunda. Ese plasma del alma o idea persistente, cuyas pulsaciones encontramos en el arte, no es invariable, pues resulta un ejercicio de asociación, una forma delwitzalemán o del ingenio, como señala el propio Lezama.

18 José Lezama Lima: «La expresión americana», en Julio Ortega (sel., pról. y cronol.),El reino de la imagen, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1981, pp. 374 y 375.

La memoria no es una acumulación de datos, sino una construcción vinculante que permite entrever los intereses de la época en la que se produce y se gestiona a partir de enfoques, rescates y olvidos. En todas las sociedades, resulta una particular manera de posicionarse frente al pasado y de elaborar reasignaciones simbólicas que atienden a sus contextos de producción. La memoria nunca es espontánea, no es un brote autónomo sino un modo de gestionar el pasado.19

19 VéaseAleida Assmann:Espaços da recordação. Formas e transformações da memória cultural, Editora Unicamp, Universidade Estadual de Campinas, 2011.

La memoria conmemorativa, por su parte, es un dispositivo político que se vale de los lugares de memoria (Pierre Nora), la memoria colectiva (Maurice Halbwachs), la memoria cultural (Jan Assmann) y la memoria funcional (Aleida Assmann)20 como recursos y mediaciones que incautan el presente y lo funden al pasado. Para disponer esta trama de memorias, la conmemoración administra todo tipo de soportes discursivos y medios de comunicación. Revisa, recobra, ordena y construye una narrativa de la historia que, desde luego, responde a las demandas de un momento dado y a las correlaciones de poder.

20 En apretado resumen, la memoria colectiva se produce como un evento individual condicionado por los cuadros sociales y es una forma de identificación que, según Halbwachs, permite dar continuidad a las tradiciones de una comunidad; los lugares de memoria, según Pierre Nora, son portadores de vida simbólica y concebidos para archivar la memoria —fechas, monumentos, documentos, objetos, personajes— frente a la historia crítica y desacralizadora; la memoria cultural, concepto de Aleida y Jan Assmann derivado de Halbwachs, es un recurso de gestión de la identidad que interactúa con la legitimación política, se apoya en las celebraciones y permite que una comunidad se identifique como particular; según Aleida Assmann, la memoria funcional es aquella que parte d