Para hablar de las bibliotecas que hemos tenido los que ahora hablamos y escribimos sobre ellas, tendríamos que hacer un verdadero esfuerzo de memoria. Algunos no hemos tenido la ocasión de disfrutar de ellas en nuestra época de estudiantes de Primaria, por no existir bibliotecas en nuestros centros y disponer de pocas (o ninguna) en el barrio al que pertenecíamos. Si, además, queremos centrar más el recuerdo y referirnos en concreto a las B.E.*, las escasas vivencias que tenemos de ellas nos harían muy difícil comentar aspectos sobre su organización, contenido, etc.
Se podría argumentar en favor de aquella situación que eran otros tiempos, que teníamos menor calidad de vida, que había otras prioridades..., pero de lo que no cabe duda es que una gran parte de la población adulta de hoy no ha podido disfrutar de las evidentes ventajas de tener una biblioteca en su centro; sólo algunos colegios e institutos con ciertas posibilidades económicas, junto a otros con claros signos de previsión del