: Robert Louis Stevenson
: La isla del tesoro
: Century Carroggio
: 9788472547209
: 1
: CHF 2.70
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 280
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Novela de acción y aventuras de piratas. El joven Jim Hawkins encuentra un mapa con la ubicación de un tesoro e inicia un viaje en barco con una tripulación de lo más diversa hacia tierras lejanas. En su viaje tendrá que combatir varios obstáculos para lograr hallar el tesoro . Al final no todo sale como él esperaba y al llegar a la isla se lleva una enorme sorpresa.

Robert Louis Balfour Stevenson (Edimburgo,1850 - Samoa, 1894) fue un novelista, cuentista, poeta y ensayista británico. Su legado es una vasta obra que incluye crónicas de viaje, novelas de aventuras e históricas, así como lírica y ensayos. Se lo conoce principalmente por ser el autor de algunas de las historias fantásticas y de aventuras más clásicas de la literatura como La isla del tesoro, la novela de aventuras Secuestrado, la novela histórica La flecha negra y la popular novela de horror El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, dedicada al tema de los fenómenos de la personalidad escindida y que puede ser clasificada como novela psicológica de horror. Sus novelas y cuentos continúan siendo populares y algunos de estos han sido adaptados más de una vez al cine y a la televisión. Fue importante también su obra ensayística, breve pero decisiva en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias. Fue muy apreciado en su tiempo y sigue siéndolo después de su muerte. Tuvo influencia sobre autores como Joseph Conrad, Graham Greene, G. K. Chesterton, H. G. Wells, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges.

Título: La isla del tesoro

© De esta edición: Century Carroggio

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Diseño de colección
y maquetación: Javier Bachs

Traducción:

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La isla del tesoro

Robert Louis Stevenson

EL AUTOR

Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo (Escocia) el 4 de noviembre de 1850. Desde niño, sintió una gran pasión por los viajes que permiten conocer nuevos mundos y tener la sensación de haber huido al mar libre. Era natural, por tanto, que el joven Robert no se sintiera satisfecho con la forma de vida que necesariamente lleva consigo ejercer la profesión de ingeniero o de abogado. Empezó, en efecto, la primera carrera y terminó los estudios de jurisprudencia. Sin embargo, nunca llegó a desempeñar ningún cargo que estuviera relacionado con ninguna de estas especialidades.

Su poderosa imaginación lo impulsa a dar rienda suelta a sus deseos de aventuras y de visitar nuevas tierras. De este modo, como desde muy temprana edad había tenido una gran afición literaria y una extraordinaria habilidad en el campo de las letras, no encontró un medio mejor de realizar sus sueños que poniéndose a escribir.

Empezó publicando algunos ensayos. Pero fueron sus viajes a Bélgica y a Francia los que le inspiraron sus primeras obras de relatos sorprendentes y repletos de fantasía. Al nacimiento del escritor contribuyó también innegablemente su naturaleza física, débil y enfermiza. Lo que no podía llevar a cabo en la práctica debía surgir, como fruto quizá del desahogo, en las páginas de unos libros llenos de emociones y de aventuras.

A pesar de todo, a lo largo de su vida Stevenson no solo consiguió desplegar su imaginación en un considerable número de obras, sino que también logró realizar de hecho aquello que había sido siempre su máxima ilusión: recorrer mundos extraños y exóticos. En 1879, se traslada a California con una mujer que había conocido en Paris y que luego había de ser su esposa. Al año siguiente, sin embargo, su salud empieza a declinar seriamente y decide regresar a Europa, a fin de residir en varios sanatorios.

En 1887, viendo que sus dolencias se acrecientan cada vez más, inicia diversos viajes por las islas de los mares del Sur. Atraído quizá por el exotismo, así como también por la idea de encontrar unos aires más saludables que aliviaran la afección pulmonar que padecía, se estableció definitivamente en Samoa, en una población llamada Vailina.

Allí todo era nuevo y apacible, Pero en 1894 la muerte le sobrevino casi súbitamente, en forma de una hemorragia cerebral, cuando probablemente había conseguido la realización de sus ideales más acariciados. Su cuerpo fue enterrado en el monte Vaea, cerca del poblado que lo había acogido con afecto y respeto.

Stevenson, igual que otros muchos autores, únicamente fue apreciado en su justo y alto valor después de su muerte. No obstante, ya en vida