: Zane Grey
: La heroína de Fort Henry
: Century Carroggio
: 9788472546813
: 1
: CHF 5.20
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 381
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La familia Zane, formada por cinco hijos y una hija, la heroína de nuestra historia, descubre los fértiles valles de Ohio y decide fundar, con un puñado de valientes, lo que llegó a ser una próspera colonia. Ante las hostilidades de las poblaciones autóctonas, con la ayuda del general Clark, los Zane acuerdan levantar la más famosa fortaleza de la frontera. Con esta novela histórica y de aventuras, Zane Grey traza un cuadro magistral de lo que fue la conquista del Oeste.

Zane Grey (Zanesville, Ohio 1872-Altadena, California 1939) fue un escritor estadounidense, célebre por sus novelas del Oeste.? Se educó en su localidad natal, Zanesville, fundada por su familia, se graduó en odontología en la Universidad de Pensilvania y, ejerciendo como dentista, conoció, en una de sus excursiones a su futura esposa 'Dolly'. Con su ayuda, y la herencia familiar, decidió dedicarse por completo a la literatura. En tanto que su esposa permanecía en el hogar, encargándose de la carrera literaria del autor y educando a sus hijos, Grey pasaba largas temporadas fuera de casa, pescando y escribiendo. En 1918 los Grey se mudaron a Altadena, en California, un lugar que habían conocido durante su luna de miel, adquiriendo una gran mansión. El amor de Grey por Altadena se resume en una frase que es citada a menudo en la ciudad: 'En Altadena, he encontrado aquellas cualidades que hacen que la vida valga la pena'.? El interés de Zane Grey por el Lejano Oeste se inició en 1907, cuando llevó a cabo con un amigo una expedición para cazar pumas en Arizona. En 1910 su primera novela del Oeste, La herencia del desierto tuvo un gran éxito, lo que impulsó su carrera como autor de novelas populares acerca de la conquista del Oeste. Formó su propia compañía cinematográfica, que realizaría numerosas películas basadas en sus obras. El éxito de sus novelas le reportó una gran fortuna, lo que le permitió pasar parte de su tiempo viajando y viviendo una vida aventurera, utilizando sus experiencias para sus novelas.? A lo largo de su vida escribió unos noventa libros de aventuras del Oeste, de los que llegó a vender millones de ejemplares. Algunas de sus obras más conocidas son El caballo de hierro, La herencia del desierto, La estampida y La heroína de Fort Henry.? Falleció en 1939 y sus restos fueron sepultados en el Union Cemetery de Lackawaxen, en Pensilvania, donde existe también un museo en su memoria.
Introducción al autor y su obra
La novela del Oeste no debería ser considerada como ungénero menor dentro de la literatura narrativa. Es evidente que la proliferación de estas novelas ha degradado la calidad literaria de las mismas, pero dicha degradación no es consustancial al género en sí. Las obras de Zane Grey deben situarse en la misma línea de los poemas épicos antiguos y de los cantares de gesta medievales, sin olvidar su paralelismo con los libros de caballería prerrenacentistas. Se trata de una aproximación a la realidad histórica, pero a través de la tradición popular que idealiza a sus héroes y engrandece las hazañas por ellos realizadas.
El mundo de Zane Grey es muy distinto del nuestro y sus personajes se pierden en un lejano horizonte. La conquista del Oeste (la gran epopeya de Norteamérica), lo mismo que la Reconquista española, pertenece a una etapa histórica durante la cual se estaba formando una nación. Cuando se pierde el interés por ese pasado, la lectura de los relatos épicos se convierte en un mero entretenimiento o evasión.
El objetivo primordial de esta introducción es el de posibilitar al máximo la lectura compresiva de las obras de Grey. Para ello es preciso conocer el marco geográfico y el contexto histórico de los acontecimientos; los ideales y el carácter de los personajes, así como el valor literario de los relatos. Establecidas estas premisas, su lectura no solo resultará más interesante, sino también más enriquecedora.
El marco geográfico
En los relatos de Zane Grey, del mismo modo que en la historia de los Estados Unidos de América, el factor geográfico tiene una importancia trascendental. Hasta comienzos del siglo XX, la nueva nación era ante todo una realidad eminentemente geótica y si el europeo se transformó en americano, ello fue debido fundamentalmente a la impronta del medio físico. El encuentro del hombre de Europa con las tierras de América dio como resultado un pueblo nuevo, con unas características propias.
Por razones religiosas, económicas y sociopolíticas, fueron numerosos los europeos occidentales (ingleses, franceses, irlandeses y escoceses) que, como si escapasen de un callejón sin salida, marcharon a Norteamérica. Aquel inmigrante europeo, que llegaba agobiado por el peso de cuatro mil años de historia y con los pies cansados de recorrer caminos demasiado hollados, se encontró allí frente a un amplio horizonte que le permitía mirar en todas direcciones. Ante él se extendían territorios que parecían infinitos, sin fronteras y sin caminos. Era algo así como el reencuentro del hombre con la tierra.
Ese predominio absoluto del espacio sobre el tiempo determinó un modo de vida totalmente distinto al de la vieja Europa. En la coordinación de espacio y tiempo que requiere el acontecer histórico, la primera magnitud se imponía a la segunda (exactamente al revés de lo que sucede hoy) y ello resultaba beneficioso para aquellos hombres que emprendían un largo camino. El avance hacia el Oeste —exploración y conquista, asentamiento y colonización— tenía que ser necesariamente lento. Para conseguir sus propósitos y para que naciese un nuevo hombre libre, los pioneros tenían que transformarse durante el camino y sepultar su pasado en aquellas tierras vírgenes. El territorio no solo daría cuerpo a la nueva nación, sino que tomaría parte activa en su historia.
El esquema geomorfológico de toda la América septentrional, y de los Estados Unidos en particular, es muy sencillo y claramente diferenciado. De Norte a Sur, en el sentido de los meridianos, se desarrollan las grandes montañas (las cordilleras costeras y las Rocosas, en el sector occidental, y los montes Allegheny, así como los Apalaches, en el sector atlántico) y discurren los caudalosos ríos. El avance humano —conquista, poblamiento y colonización— seguirá, por el contrario, el sentido Este a Oeste. Los primeros inmigrantes llegados de las islas británicas se establecieron en el litoral atlántico, donde las características geográficas eran muy similares a las de Europa occidental, y allí fundaron trece colonias. Las formas de vida de aquellos hombres se diferenciaban muy poco de las europeas. Pero la aventura de lo desconocido les aguardaba más allá de las crestas azules de las montañas, en el inmenso corazón del nuevo continente.
La ausencia de pronunciados relieves y las vías naturales de penetración (el río San Lorenzo y el Ohio lo son por antonomasia) facilitaron el avance de la colonización. Gracias a los numerosos ríos, muchos de los cuales iban a desembocar en el Mississippi («padre de las aguas»), la cordillera de los Apalaches y los