: Renée Ahdieh
: La llama en la niebla
: NOCTURNA
: 9788416858521
: La llama en la niebla
: 1
: CHF 6.10
:
: Kinderbücher bis 11 Jahre
: Spanish
: 449
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Mariko siempre ha sabido que, como hija de un importante samurái, su único propósito en la vida era casarse. Aunque su astucia rivalice con la de su hermano y, como a menudo le recuerdan, su físico no sea muy femenino. En cuanto cumple diecisiete años, su familia la envía al palacio imperial para que conozca a su prometido. No obstante, la reunión no llega a producirse debido a un inesperado obstáculo: en el viaje, un clan de mercenarios ataca la comitiva y ella es la única superviviente. Disfrazada de joven campesino, Mariko se infiltra entre sus atacantes para averiguar quién ordenó su asesinato. Pero lo que descubre junto a sus peligrosos compañeros va mucho más allá de lo que esperaba.

Renée Ahdieh ha pasado parte de su vida en Corea del Sur, aunque en la actualidad reside en Carolina del Norte. En 2015 publicó con gran éxito La ira y el amanecer (Nocturna, 2017), una reinterpretación de Las mil y una noches cuya trama concluye en La rosa y la daga (Nocturna, 2017), que próximamente será llevada al cine por la productora Imagine Entertainment. Con La llama en la niebla (Nocturna, 2018) inicia otra exitosa serie ambientada en el Japón feudal que nada más publicarse entró en la lista de más vendidos del New York Times.

ILUSIONES Y EXPECTATIVAS

DIEZ AÑOS DESPUÉS

A simple vista, todo parecía bien.

Un palanquín elegante. Una hija responsable. Un honor otorgado.

Luego, como para burlarse de Mariko, elnorimono se tambaleó e hizo que su hombro rebotara contra el lateral. Las incrustaciones de madreperla del palanquín sin duda le dejarían un buen cardenal. Inhaló profundamente y reprimió las ganas de gruñir en las sombras como una bruja enfadada. El olor a barniz del vehícu-lo le saturaba la cabeza y le traía a la mente los dulces de barba de dragón que le encantaban cuando era pequeña.

Aquel ataúd empalagoso y oscuro la conducía a su último lugar de reposo.

Se hundió más en los cojines. El viaje a la ciudad imperial de Inako no estaba yendo para nada bien. El convoy había partido más tarde de lo previsto y había hecho demasiadas paradas. Al menos ahora —por el modo en que elnorimono se inclinaba hacia delante— suponía que descendían una pendiente, lo que significaba que habían pasado las colinas que rodeaban el valle y que habían recorrido más de la mitad del camino. Se reclinó hacia atrás y esperó que su peso ayudara a equilibrar la carga.

Justo cuando se acomodaba, el palanquín se detuvo en seco.

Levantó la cortina de seda que cubría la ventanita de su derecha. Empezaba a anochecer. El bosque que tenían por delante estaba envuelto en la niebla y sus árboles se recortaban en el cielo plateado.

Cuando se giró para dirigirse al soldado más cercano, una joven criada apareció de pronto.

—¡Mi señora! —La joven jadeó y se fue directa hacia el costado delnorimono—. Debéis de estar hambrienta. ¡Qué descuido por mi parte! Por favor, disculpadme por semejante negligencia…

—No hay nada que disculpar, Chiyo-chan. —Mariko sonrió con amabilidad, pero los ojos de la joven continuaron cargados de preocupación—. No he sido yo quien ha parado el convoy.

Chiyo hizo una profunda reverencia y, al agacharse, las flores de su tocado provisional se torcieron hacia un lado. Cuando se levantó, le tendió un paquetito de comida muy bien envuelto y regresó a su puesto junto al palanquín, deteniéndose sólo para corresponder a la cálida sonrisa que le ofrecía su señora.

—¿Por qué nos hemos detenido? —le preguntó Mariko al miembro más cercano de losashigaru.

El soldado de infantería se enjugó el sudor de la frente y se cambió de mano la larga asta de sunaginata. Los últimos rayos de sol destellaron en la hoja afilada.

—El bosque.

Mariko aguardó a que continuara, convencida de que aquella no podía ser la única explicación posib