: Costa Alcalá
: El canto de las ruinas
: NOCTURNA
: 9788418440496
: 1
: CHF 6.30
:
: Jugendbücher ab 12 Jahre
: Spanish
: 608
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La magia existe. Aunque nadie la llama así: la llaman prodigios. Para que suceda un prodigio alguien tiene que pedirlo y esperar a que los dioses, sean cuales sean, respondan. Desde que la Inquisición los prohibió en Europa, pasaron a convertirse en meras leyendas. Pero unos pocos harán lo posible para que los prodigios regresen... A comienzos del siglo XVIII, el noble Brandon Charlemont llega a Roma buscando la fama y toda la fortuna que pueda amasar, mientras que Ida O'Leary sólo anhela una vida tranquila y, si no es mucho pedir, encontrar a su prometido. Sin embargo, algo terrible acecha bajo la ciudad eterna, algo que puede cambiar sus planes y también todo lo que conocen. «La magia en manos de Costa Alcalá se convierte en algo real, nuevo y extraordinario». Javier Ruescas

Costa Alcalá es el tándem que forman la historiadora Geòrgia Costa (Tarragona) y el profesor Fernando Alcalá (Cáceres, 1980), autores de la trilogía La Segunda Revolución (Montena, 2017-2019) y el libro Buenas hermanas (La Galera, 2019). Con La música de los prodigios (Nocturna, 2020) desarrollaron una historia fantástica ambientada en un siglo XVIII alternativo donde existe la magia, y en ese mismo mundo enmarcaron la trama independiente de El canto de las ruinas (Nocturna, 2021).

IV

A las afueras de Roma, ese mismo día,

durante el crepúsculo

James Morley jamás pensó que volvería a Roma tan pronto. O quizá jamás pensó regresar en absoluto. Pero ahí está la silueta de sus edificios contra el atardecer. Suspira y, aunque la belleza de la ciudad eterna ocupa todo el espacio en su mirada, echa la vista atrás para asegurarse de que sus compañeros siguen allí. Ha echado de menos recorrer sus calles, sentir el eco de sus pasos, tan familiar, contra el pavimento, los ruidos, los colores y los olores de Roma llenándole los sentidos.

Fue la muerte la que le expulsó de Roma y ahora, bendita ironía, es la muerte la que le hace regresar.

Es Revna, con su cabello rubio casi blanco cubierto por un manto, bien por el frío o bien para ocultarlo, quien primero llega a su lado.

—¿Crees que hemos hecho bien en venir? Si los rumores que hemos escuchado son ciertos, allá por donde pasa esa cosa la gente cae enferma. Si nos ha seguido hasta aquí…

—Tenemos que dar la voz de alarma, Revna —responde él al tiempo que dirige una mirada hacia la vegetación que flanquea el camino—. Hace días que perdimos a esa cosa de vista.

Tashiin y Enea, los últimos componentes de la compañía del Turco, se acercan también, sombríos.

—Creo que esto es lo que habría querido el Turco que hiciéramos —dice Tashiin.

—Yo no lo creo —le responde Enea enseguida—. Nunca le gustó Roma.

—Pero el Turco ya no está con nosotros —le recuerda James, tajante, y las palabras se le hacen amargas en la boca—. Le gustara Roma o no, alguien tiene que escucharnos. Algo está cambiando en el mundo. Algo poderoso está despertando. Y esa cosa, y la enfermedad que trae con ella, no es más que el principio.

Lo saben. Lo han sabido desde hace meses.

Un ruido hace que todos los miembros de la compañía giren la cabeza hacia los matorrales que tienen más cerca, pero no ven nada. Aun así, el corazón de James le late avisándole de un peligro que no ha llegado.

Pero llegará, se teme. La muerte le persigue. Como aquella noche en la que cree que todo empezó a cambiar. James Morley, mientras les hace una señal a sus compañeros para que regresen a los carromatos, recuerda.

Aquella noche la muerte se acercaba con un gruñido sordo. A James Morley, que siempre se había enorgullecido de su pulso firme, pulso de músico, le temblaba la