LA LITURGIA, LUGAR PROPIO DE LA PALABRA DE DIOS
■ Julián López Martín
Obispo de León■
Los documentos del Vaticano II Sacrossanctum Conciliumy Dei Verbumestimularon la lectura, escucha, estudio, difusión y sensibilización efectiva de la Palabra de Dios en la vida de la fe, en la celebración litúrgica y en la misión de la Iglesia. Detengámonos en comprobar de qué manera la liturgia es lugar y ámbito privilegiado de la Palabra de Dios.
El Concilio Vaticano II, el acontecimiento más importante de la Iglesia católica en el sigloxx, se va alejando en el tiempo también para quienes tuvimos la suerte de seguir su desarrollo a través de los medios de comunicación de entonces. Sin embargo, conservamos vivos algunos recuerdos y emociones, como la experimentada el día 4 de diciembre de 1963, cuando el beato Pablo VI, después de la votación realizada en su presencia por la que se aprobaba la constituciónSacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, disponía que se promulgase.
Entre las afirmaciones de aquella constitución conciliar se encontraba esta significativa frase: «En la celebración litúrgica, la importancia de la Sagrada Escritura es sumamente grande. Pues de ella se toman las lecturas que luego se explican en la homilía, y los salmos que se cantan, las preces, oraciones e himnos litúrgicos están penetrados de su espíritu, y de ella reciben su significado las acciones y los signos» (SC 24; cf. 33; 35; 51; etc.). Dos años después, exactamente el 18 de noviembre de 1965, cuando el Concilio se aproximaba a la clausura, el mismo papa promulgaba la constitución dogmáticaDei Verbum, sobre la divina revelación. En este documento, en su último capítulo, dedicado a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, se recordaba que «la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras, al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la sagrada liturgia» (DV 21).
Los textos citados no son los únicos del Concilio que se refieren a la Biblia en la liturgia como alimento de la vida cristiana (cf. también CD 13; 14; PO 4; 13; etc.), pero fueron los que estimularon la lectura, escucha, estudio, difusión y sensibilización efectiva de la Pala