Introducción
Ningún estudio sobre María debe prescindir de las narraciones bíblicas. Esto es, de los evangelios, sobre todo, donde aparece como figura narrativa y desde donde remite a su condición histórica. En los cinco primeros capítulos nos vamos a ocupar de ella en las narraciones evangélicas, incluyendo el texto de los Hechos de los Apóstoles. En los dos restantes abordaremos textos del Nuevo Testamento que tradicionalmente se han interpretado como alusivos a María. Esta división, como queda apuntado, no es cronológica, pues de serlo tendríamos que comenzar por el texto paulino. Elijo, por tanto, un abordaje en cierto sentido tradicional que resultará familiar a la mayor parte del público lector. Además, me mueve a decidirme por este orden mi propósito de destacar a la María evangélica, dando prioridad, por tanto, a los relatos evangélicos.
María, como el mismo Jesús y otros personajes de nuestra fe bíblica, nos ha sido transmitida mediante narraciones, de manera que antes de nada debemos acudir a ellas. La metodología que voy a seguir, en general, es la propia del análisis narrativo o exégesis narrativa de los textos bíblicos en la cual queda integrado lo básico de los resultados del método histórico-crítico y otros acercamientos metodológicos. El estudio sincrónico, por tanto, asume los resultados de los estudios diacrónicos. Tomar los relatos evangélicos sin tener en cuenta la historia es no solo osado, sino peligroso en los tiempos que corren. Cuando hablo de historia, me refiero tanto a la condición de los personajes narrados, que, en el caso concreto de María de Nazaret, es, sin duda, un personaje que existió históricamente, como a los procesos mediante los cuales el texto ha quedado tal y como lo encontramos ahora1 y que remiten a la historia crítica de composición de los textos. Aunque no es fácil separar ambos niveles, mi trabajo los distinguirá cuando sea necesario. Lógica e inevitablemente aparecerán las hermenéuticas feminista y psicológica que forman parte de mi modo de entender e interpretar los textos.
María en los evangelios
Uno de los problemas con los que se han encontrado y se encuentran quienes desean reconstruir la vida de María, así como la de Jesús, es el intento reiterativo de contar su historia, de forma concordista, tomando como punto de partida los distintos relatos evangélicos. El resultado suele ser, paradójicamente, pobre y frustrante. La paradoja estriba en que, en efecto, cuando se procede a mostrar el perfil caleidoscópico de esta figura, de evangelio en evangelio, nos encontramos con un personaje sugerente y evocador, con una figura interesante y rica. Es lo que intentaremos mostrar en lo que sigue, conscientes del carácter construido y elaborado de dicha figura.
María histórica
Los datos históricos deducidos estrictamente de los textos del Nuevo Testamento acerca de este personaje, son pocos y sobrios. El primero de ellos, Gal 4,4-5, solo indica que Jesús tuvo una madre. En el resto del epistolario paulino ella no juega ningún papel, ni tampoco en la fuente oral («Q»), y ha sido, y sigue siendo discutido si Ap 12 se refiere a María, mujer histórica. Su presencia en