: Katherine Arden
: El invierno de la bruja DESENLACE DE EL OSO Y EL RUISEÑOR
: NOCTURNA
: 9788418440977
: EL OSO Y EL RUISEÑOR
: 1
: CHF 8.00
:
: Jugendbücher ab 12 Jahre
: Spanish
: 528
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Últim parte de la trilogía de El oso y el ruiseñor: magia, monstruos y enormes palacios en la Rusia medieval El fuego ha arrasado Moscú y una turba furiosa busca culpables. Vasia, acusada de brujería, es la candidata perfecta. El gran príncipe forma alianzas con quienes tal vez lo conduzcan a la guerra y la ruina, mientras que el rey del invierno ve cómo su poder va debilitándose a medida que se acerca el verano. Y entretanto, sobre todos ellos se cierne la sombra de un antiguo demonio. Para proteger a los suyos y el mundo mágico que tanto atesora, Vasia tendrá que recurrir a la ayuda tanto de amigos como de viejos enemigos. Pero es posible que no pueda salvarlos a todos, ni siquiera a sí misma. Porque, como es bien sabido, la magia enloquece a la gente. Y al cambiar la realidad siempre puedes acabar olvidándote de lo que es real. El invierno de la bruja es el final de la trilogi?a de El oso y el ruisen?or, una fascinante serie ambientada en la Rusia medieval que ha entusiasmado a los lectores en ma?s de veinte idiomas. «El invierno de la bruja nos sumerge en el Moscú del siglo XIV, donde los viejos dioses y los nuevos compiten por el alma de Rusia y el destino descansa sobre los frágiles hombros de una joven bruja. Prepárate para que te roben el corazón, te lo devuelvan rebosante de nieve y de magia, y te lo roben de nuevo». Laini Taylor «Esta novela brilla con magia de todo tipo. No te la pierdas». Sunday Express «Una historia cautivadora, rebosante de fantasía y folclore, que te transportará al corazón de la Rusia medieval». The Sun «Si te gustan los cuentos de hadas y aún no conoces la trilogía de El oso y el ruiseñor, te espera un verdadero placer. Es mágica». The Pool «El invierno de la bruja crea un mundo polifacético, lleno de leyendas rusas». Emerald Street

Katherine Arden nació en Austin, Texas, aunque ha vivido y estudiado en Rennes, Francia, y en Moscú. Tras licenciarse en Literatura Francesa y en Literatura Rusa por el Middlebury College de Vermont, se mudó a Hawái, donde trabajó en cosas tan dispares como hacer crepes o guiar excursiones a caballo. En la actualidad reside en Vermont y es autora de varios libros, entre los que destaca la trilogía formada por El oso y el ruiseñor (Nocturna, 2019), La chica en la torre (Nocturna, 2022) y El invierno de la bruja (Nocturna, 2023).

UNO

MARÍA MOREVNA

Era el ocaso de un día de finales del invierno y dos hombres atravesaban el patio de un palacio maltrecho por el fuego. El patio era una extensión de tierra mojada y pisoteada donde se había derretido la nieve. Se les hundían los pies en el barro hasta los tobillos; sin embargo, hablaban con decisión, con las cabezas juntas, y no hacían caso de la humedad. A su espalda había un palacio lleno de muebles rotos y manchas de humo; las pantallas de madera calada de las escaleras se habían hecho pedazos. Ante ellos se hallaban las ruinas chamuscadas de un establo.

—Chelubéi ha desaparecido en mitad del caos —se lamentó el primer hombre—. Estábamos ocupados intentando salvar el pellejo.

Una mancha de hollín le ennegrecía la mejilla y se le habían secado las salpicaduras de sangre en la barba. Un par de surcos de cansancio que parecían las huellas de un pulgar azul le afeaban la tez bajo los ojos grises. Era joven, tenía el pecho ancho y musculoso y la energía mística de los hombres que han sobrepasado la frontera del agotamiento y han entrado en un insomnio absurdo y persistente. Todas las miradas lo seguían por el patio. Era el gran príncipe de Moscú.

—El pellejo y un poco más —dijo el otro, el monje, con humor funesto.

Lo cierto era que, contra todo pronóstico, la ciudad seguía casi intacta y bajo su control. La noche anterior, un complot había pretendido deponer y asesinar al gran príncipe, aunque eran muy pocos los que lo sabían. La ciudad entera había estado a punto de quedar reducida a cenizas, pero una milagrosa tormenta de nieve los había salvado. Eso sí lo sabía todo el mundo. Un enorme tajo negro partía en dos el corazón de la ciudad, como si por la noche la mano de Dios hubiera caído sobre ella envuelta en llamas ardientes.

—No ha sido suficiente —replicó el gran príncipe—. Aunque nos hayamos salvado, no hemos respondido ante la traición.

A lo largo de ese día tan amargo, el príncipe había tenido palabras de aliento para todos los hombres con los que se había cruzado y órdenes serenas para los que habían reunido a los caballos que habían sobrevivido y retirado las vigas calcinadas del establo. No obstante, el monje, que lo conocía bien, le adivinaba el agotamiento y la rabia que le afloraba bajo la superficie.

—Yo mismo partiré mañana con todo aquello de lo que podamos prescindir —dijo el príncipe—. Encontraremos a los tártaros y los mataremos.

—¿Quieres irte ahora de Moscú, Dmitri Ivánovich? —le preguntó el monje con una pizca de inquietud.

Una noche y un día sin dormir no habían hecho mella en el temperamento de Dmitri.

—¿Piensas recomendar lo contrario, hermano Aleksandr? —le soltó con un tono que sobresaltó a sus sirvientes.

—La ciudad no puede estar sin ti —respondió el monje—. Hay muertos que llorar; hemos perdido graneros y animales y almacenes. Los niños no comen venganza, Dmitri Ivánovich.

El monje había dormido tan poco como el gran príncipe y no era capaz de disimular lo que sentía. Llevaba el brazo izquierdo vendado con lino, puesto que una flecha le había penetrado la carne por debajo del hombro y había salido por el otro lado.

—Los tártaros me han atacado en mi