: Susan Abraham, Geraldo de Mori, Stefanie Knauss
: Animales y teologías Concilium 397
: Editorial Verbo Divino
: 9788490738276
: 1
: CHF 7.50
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: Christentum
: Spanish
: 160
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Los artículos de este número se adentran en la necesaria reconsideración que se está produciendo en el pensamiento actual (también en el teológico) sobre las relaciones entre los animales humanos y los no humanos. El tradicional dualismo humano-animal interactúa y refuerza otros, como los que clasifican los géneros, las razas, etc., apuntalando relaciones de poder, opresión y marginación. La reconsideración teológica de los animales no humanos consiste en reflexionar críticamente sobre las limitaciones impuestas por estas formas de pensamiento, y recurrir a recursos que puedan ayudar a desarrollar nuevas formas de conocer el mundo, a otros seres y a nosotros mismos como animales humanos dentro del horizonte del amor de Dios.

EDITORIAL


En plena preparación de este número para su publicación, una curiosa sucesión de noticias en la página web del diario alemánSueddeutsche Zeitung llamó la atención de uno de nosotros: justo debajo de cada una de ellas había un reportaje —más bien, una necrológica— sobre la muerte de la rata gigante Magawa, que fue entrenada para encontrar minas terrestres y cuyo trabajo en Camboya, donde encontró más de cien minas y otros explosivos, fue honrada con una medalla de oro («la Cruz de San Jorge de los animales») de la organización benéfica británica PDSA. El tono de admiración del artículo, el hecho de que la rata haya sido premiada con una medalla, la aparente tristeza con la que se anunció su fallecimiento y el luto de la ONG que la entrenó (señalando que murió en paz) hablan de una comprensión de los animales —o, al menos, de Magawa— como sujetos capaces de relacionarse, de sentir, de ser intencionados y de tener valor1.

La otra noticia informaba del éxito del trasplante del corazón de un cerdo a un cuerpo humano (el paciente murió más tarde, en marzo de 2022), celebrado como un gran hito en la medicina de los trasplantes y un signo de esperanza para todos los seres humanos que esperan un órgano de un donante: quizás en un futuro próximo, los órganos (corazones, hígados, riñones, etc.) podrían cultivarse en animales y recogerse para ser utilizados para curar a seres humanos2. El artículo se centra en celebrar el logro científico, pero no se detiene a considerar las implicaciones éticas de criar animales con el único fin de cultivar órganos que luego podrían utilizarse para sustituir órganos humanos dañados, salvando vidas humanas a costa de la vida de un animal. En marcado contraste con el artículo sobre la rata Magawa, el cerdo al que se le extrajo el corazón permanece sin nombre, no se le atribuyen sentimientos, ni siquiera un sentido de autosacrificio por el bien mayor de la vida humana, ¿y eso no sería digno de una medalla? En lugar de un ser un sujeto, el cerdo es visto como una colección de piezas de repuesto: un corazón, un hígado, un riñón, unidos por la piel y los músculos, para ser utilizados cuando surja la necesidad (humana). Por supuesto, esto no difiere de la forma en que se ve a los animales en la agricultura industrializada: una colección de piezas —pecho, costilla, lomo, pierna— producidos para la nutrición y el disfrute (y a menudo, la glotonería) de los seres humanos con generalmente muy poca consideración del bienestar del sujeto animal.

Estos dos informes, colocados uno al lado del otro, ilustran la ambivalente relación que los humanos tienen con otros animales con los que compartimos la vida en este planeta; una ambivalencia que se refleja tanto en nuestra vida cotidiana como en los estudios sobre los animales. Algunos animales son tratados como miembros de nuestra familia, reconocemos en ellos a nuestros compañeros, experimentamos una relación con ellos, reconocemos su conocimiento, su placer, su dolor, quizás incluso su espiritualidad. Otros animales, sin emb