Alberto Luberta, un toro del humor
Mario Vizcaíno Serrat
Es lógico que Alexis Valdés haya pensado en Cristinito cuando conoció que Alberto Luberta había muerto: fue “El Maestro” quien lo ayudó a construir su popular personaje hace muchos años, en La Habana, cuando lo invitó a trabajar enAlegrías de Sobremesa.
Le pregunté por ese detalle vía correo electrónico pocos meses después de la muerte de Luberta, el 23 de enero de 2017, mientras preparaba este homenaje al humorista que hizo reír a los cubanos durante 18 000 días seguidos.
Cristinito viene de Bandurria. Yo había hecho Bandurria en la televisión y había sido muy exitoso el papel. Diría que se convirtió en el personaje humorístico del momento. Hacía (con el Gran Manolo Melian que era Quiroga) mucho cabaret, teatro, televisión. Y aquello era tremendo. La gente deliraba con la pareja cómica salida de la serie. Luberta me llama y me dice: Quiero que vengas aAlegrías… pero me gustaría que le cambiáramos el nombre al personaje. Y yo le dije, para no traicionar el espíritu del personaje, llamémosle Cristino Hernández, el nombre real de Bandurria (lo decía en un momento de la serie) y Lube me dice: “Me encanta, Cristino Hernández se puede llamar cualquier cubano”.
Y de ahí creamos a Cristinito entre los dos: con las cosas que él le escribía, con lo que yo traía de los shows y con la base de aquel Bandurria que nació en las aventurasLos Pequeños Fugitivos,de Pedro Urbezo.
Otro que considera que el humor cubano se resiente con la muerte de Luberta es Osvaldo Doimeadiós, para quien el legendario guionista tenía “un talento descomunal para la escritura y el humor específicamente. Oxigenar el programa a través del tiempo, aprovechar las potencialidades de los distintos actores que fueron llegando al programa, estar atento, despierto, vivo, oyendo esas voces que vienen de la calle, de la guagua, del barrio y poniéndolas en boca de sus personas, eso tuvo una respuesta positiva en los oyentes durante décadas. Estuvo siempre con el oído pegado a la tierra, como yo digo que el humorista debe estar siempre”.
Es uno de esos casos raros dentro de la radio cubana. Sobre todo pienso que se puede tener talento o puede no tenerse, pero tan importante como eso es la autodisciplina que él tenía, el oficio de sentarse todos los días a la máquina de escribir. Hemos tenido a otros humoristas con ese oficio, como Zumbado, Enrique Núñez, o Castor Bispo, que no era cubano, pero vivió en Cuba muchos años y escribió en radioLa Tremenda Corte. Son casossui génerisdentro del humor. Luberta supera con creces a los demás porque los suyos fueron demasiados años. En cierto momento se retiró, pero su relación con la radio pudo más y tuvo que volver. Hace dos años, en un evento teórico que se hace paralelo al Aquelarre, que se llama ¿Piensas ya en el humor?,les hicimos un homenaje a él y a los actores deAlegrías de Sobremesa, y Luberta confesaba que estaba cansado, que quería retirarse por fin para dedicarse a sus nietos, a la familia, mientras los actores decían que no, que debía seguir, y yo les dije: señores, Luberta es un genio que está cansado, hay que entenderlo, quiere dedicarse a la tercera edad. El decía que el humor yAlegrías de Sobremesaeran disfrute, pero también una adicción por el trabajo. Una gran lección que nos ha dejado a todos.
En el caso de que la dirección de la radio cubana decidiera mantener Alegrías de Sobremesa, ¿sería fácil encontrar el sustituto de Alberto Luberta?
No creo que podamos clonar a Luberta. YAlegrías de Sobremesa está signado por su huella. Yo creo que ese programa hay que dejarlo así, transmitirlo, retransmitirlo, —¿por qué no?—, buscar los mejores momentos que tuvo al aire, y no tirar por la borda un programa tan sustancioso al que pueda echarlo a perder alguien que no tenga la capacidad para mantenerlo fresco y vivo. Quizás tendría que surgir otro espectáculo radial de ese corte para suplirAlegrí