A modo de presentación
José Sánchez-García
Went to see the captain, strangest I could find,
Laid my proposition down, laid it on the line.
I won’t slave for beggar’s pay, likewise gold and jewels,
But I would slave to learn the way to sink your ship of fools.
«Ship of fools», Robert Hunter y Jerry García, 1974
En la región del mundo con mayoría lingüística árabe, un territorio que se extiende desde África Occidental hasta el cauce de los ríos Tigris y Éufrates, y desde la orilla del Mediterráneo hasta el Sahel, uno de cada cinco habitantes tiene entre 15 y 24 años y casi un 70% de la población tiene menos de 34. Este cambio demográfico, experimentado por las sociedades árabes desde el último cuarto del siglo pasado, ha hecho que las personas jóvenes asuman un lugar central, complejo y diverso, en la innovación política y cultural, así como en las situaciones diásporas. Como señalan Jean y John Comaroff, «una de las señas de identidad del momento presente, de la era de la globalización y la poscolonialidad, ha sido la disminución de la capacidad de los gobiernos —si no de las fuerzas del mercado que fomentan— para controlar los cuerpos, las energías y las intenciones de los jóvenes. El Estado-nación alberga fuerzas que ya no puede controlar adecuadamente» (Comaroff y Comaroff, 2005: 22). Estas poblaciones son, a un tiempo, designadas como los arquitectos del futuro, y estigmatizadas y temidas como agentes propensos al radicalismo y la desviación social. Si a estas cifras unimos las diversidades de género, clase y cultura, un tratamiento homogéneo de las juventudes árabes se hace difícil, pero es igualmente cierto que las personas jóvenes de esas sociedades comparten, innegablemente, un ciertohabitus y una conciencia histórica, reconocidos tanto por los propios jóvenes como por parte del mundo adulto en que habitan, asentado en dos acontecimientos históricos recientes: los atentados del 11-S y las revueltas de 2010-2011 convertidas en acontecimientos generacionales. En términos generales, hay más en la vida y la diversidad de los jóvenes árabes y magrebíes —ya sea en las sociedades de mayoría árabe o en las sociedades en las que forman comunidades minoritarias en la diáspora— que la mera religiosidad, la moralidad conservadora y el extremismo.
En la segunda década del sigloxxi, las políticas económicas neoliberales fallidas y la inestabilidad política han provocado la desaparición de los empleos estables y, sin empleo, los jóvenes no pueden mantenerse a sí mismos ni a sus familias. Esa carencia económica ha provocado que la mayoría de los jóvenes árabes vivan en un periodo de suspensión entre la infancia y la edad adulta, esperando a ser adultos (Honwana, 2013). En espacios liminales, fronterizos, entre diferentes mundos, la etapa juvenil se está convirtiendo en un estado omnipresente y está reemplazando gradualmente a la edad adulta convencional, casada y con hijos. Una generación en espera con un tremendo potencial creativo de transformación que entiende que la lucha para liberarse de la miseria requiere un cambio social y político radical. En su quehacer cotidiano, las personas jóvenes activan sus capacidades para reivindicar su derecho a «ser jóvenes». Este es el significado del términodébrouillage, utilizado por las jóvenes tunecinas, que puede traducirse como «arreglárselas» o, también, «hacer-haciendo». Como señala Bayat (2010: 115), las personas jóvenes árabes están «operando en condiciones simultáneas únicas de represión y oportunidad» y, por lo tanto, exigen su condición de jóvenes para escapar de los procesos de marginación política, económica, educativa y cultural en la que están inmersos. Una juventud perpetua, ubicua, inextricable y enredada, que está produciendo culturas a través de una nueva acción juvenil, en un proceso dialéctico de articulación social con las culturas adultas y las instituciones soc