2. La poesía y el teatro neoclásicos
Al igual que sucedió en la prosa, también entre los poetas fue duradera la imitación de géneros y estilos del seiscientos. Hubo imitadores tan buenos que lograron con éxito pasar por barrocos, como algún poeta que hace unaPerromaquia imitando al Lope satírico, o muchos de los que siguieron escribiendo poemas mitológicos al modo de Góngora, recitándolos incluso en las más modernas academias77. El gongorismo pervivió durante toda la primera mitad delXVIII, exagerando los recursos culteranos, ya convertidos en clichés formales; con la diferencia de que estos epígonos fueron más pobres en la invención de metáforas, y carecieron además, salvo raras excepciones, de sentido musical y de “habilidad para sostener el estilo heroico y preservar la unidad del sentimiento” (N. Glendinning*), lo que les dio un aire aún más frío. La campaña que se desató contra Góngora ya en su época fue intensificándose hasta el punto de que muchos lo consideraron incluso “corruptor de la lengua” por su argot incomprensible. Uno de los primeros detractores, ya en los años veinte, fue el famoso ilustrado Gregorio Mayans y Siscar (Valencia, 1699-1781), pero quien tuvo más autoridad para condenarlo fueIgnacio de Luzán(Zaragoza, 1702-1754), el preceptista español más influyente del siglo. A su juicio, el poeta cordobés era una especie de prevaricador del ‘buen gusto’, el sintagma que reinó entre los cultos precisamente a partir de las ideas estéticas del italiano L. A. Muratori, que el erudito aragonés, educado en Italia, contribuyó a extender78.
LaPoética escrita por Luzán fue libro de extraordinaria difusión a través de dos ediciones con diferencias sustanciales entre ellas: la primera de 1737, y la segunda de 1789. Está considerado como el compendio más completo de las reglas defendidas por los neoclásicos, por lo que se ha comparado con laPoetique de Boileau –aunque no sostiene como el francés que haya reglas de validez general, sino sólo convenientes a un momento histórico–, y con elTratado de la perfecta poesía del citado Muratori, basado también en la utilidad moral y civil de la poesía. Además de ampliar distinciones sobre ciertos géneros poéticos, el contenido de laPoética de Luzán resulta mucho más sistemático y rigurosamente ordenado, y quizá por ello el autor tuvo la conciencia de que su texto venía a llenar una importante carencia de preceptivas en España79. Entre sus criterios fundamentales, los de más repercusión para la reforma de la literatura de su siglo fueron: la defensa de la verosimilitud en todo género de poesía –lo que le lleva a condenar tanto los abusos en el uso de la mitología como la alteración de las unidades clásicas en el drama–, la prioridad de integrar los recursos poéticos para procurar la ‘dulzura’ armoniosa del conjunto, y la finalidad docente delarte por encima de todo. Su propósito de renovación y de condena delBarroco participa de lo que fue la gran obsesión dieciochesca, a juicio de muchos historiadores: corregir las ‘desviaciones’ y extravagancias artísticas del siglo anterior. Sin embargo, la teoría de Luzán sólo fue seguida fugazmente en la práctica, y no la acataron tantos como pudiera hacer creer la difusión que alcanzó suPoética. Los poetas y dramaturgos, aun sin poder confiar en vivir de su pluma, siguieron entregándose más al público mayoritario que a un puñado de críticos que pretendían inculcarle, ‘lecciones ilustradas’, por lo que éstas se quedaron relegadas casi siempre al ámbito cerrado de las academias.
Contrastes de la poesía dieciochesca
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