: José Ingenieros
: El hombre mediocre
: RUTH
: 9789590624025
: 1
: CHF 4.40
:
: Sozialwissenschaften allgemein
: Spanish
: 233
: Wasserzeichen
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: ePUB
Las páginas de El hombre mediocre -obra ejemplar por excelencia de José Ingenieros- constituyen la más severa y apasionada crítica en contra de todos aquellos que, en nombre de la vulgaridad y la medianía, se oponen al progreso del individuo en su eterna lucha por procurase un ideal. El hombre mediocre, por lo certero de sus opiniones y su comunicativo acento de sinceridad sin trabas ni prejuicios, merece sin duda ser considerado como un libro de valores excepcionales, capaz de ofrecer el tesoro inapreciable de una enseñanza viva y perdurable.

José Ingenieros (Sicilia, Italia, 1877-Buenos Aires, Argentina, 1925): filósofo positivista, médico, psiquiatra, psicólogo, farmacéutico, sociólogo, criminólogo, filósofo, masón, teósofo, ensayista y profesor universitario argentino. Uno de los principales introductores de la psicología en Argentina. Su pensamiento estuvo enmarcado en la corriente positivista, aunque desarrolló una original tesis en la que no negaba la posibilidad metafísica. Escribió, entre otras muchas, obras: Simulación de la locura en la lucha por la vida (1903), adscrita a la intensa corriente darwinista vigente en la Argentina de aquel momento; Psicología genética (1911) y El hombre mediocre (1913), su obra más importante en el campo de la Psicología Social, en la que describía al hombre moldeado por el medio, sin ideales ni individualidad.

Prólogo


Hay pensadores que, desde su época, escudriñan todas las épocas y las actitudes de los hombres en cada una de ellas. Ellos son capaces de extraer enseñanzas válidas no solo para las circunstancias históricas en que desenvuelve su pensamiento, sino para otros momentos. Esos que trascienden, que se hacen clásicos, ante todo, logran el peldaño del reconocimiento desde el mismo momento en que sus coetáneos se percatan del valor de sus ideas.

En ocasiones, su vida no es suficiente para tomar conciencia del reconocimiento de sus ideas. Algunos, como el filósofo1—en el pleno sentido de la palabra— José Ingenieros (1877--1925), comienzan a figurar en el altar de los debidamente enaltecidos muy poco antes de despedirse del mundo de los mortales. Pero se despiden ufanos, saben que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida, como bien sostenía otro filósofo que no vaciló ante su posibilidad inmediata: José Martí.

1Acentuamos la condición plena de “filósofo”, en el caso de José Ingenieros, demostrada por el reconocimiento internacional que tuvo su obra desde sus primeros momentos, con el propósito de contrarrestar cierta tendencia subestimadora de la producción filosófica latinoamericana, que prevaleció en algunos círculos académicos y de la cual, lamentablemente, aún persisten ciertos residuos.

Esos que saben y pueden trascender, lo hacen porque, ante todo, su pensamiento se corresponde con el de su momentohistórico y cumplen con las exigencias que las circunstancias les han deparado. No se adaptan simplemente a ellas, sino que tratan de modificarlas de algún modo, y la mejor forma de plantearse su transformación es indagando sobre los caracteres de la condición humana para buscar la mejor forma de perfeccionarla.

Una ventaja con la que contó Ingenieros, para indagar sobre la presunta naturaleza humana en su corta pero fructífera vida, fue haber hecho estudios de Medicina en su Argentina natal, y dedicarse a las lecciones de psicología y psiquiatría con las herramientas que le ofrecía el desarrollo de las ciencias al nacer el sigloxx.

Su preocupación por incursionar en este tema, mucho más allá de lo que las investigaciones psicológicas le habían podido ofrecer en sus primeras obras:Simulación de la locura en la lucha por la vida, de 1903, yPrincipios de psicología genética, de 1911, le condujeron a investigar en el apasionante mundo de la filosofía. Fue en este terreno donde su labor alcanzó mayor estatura y reconocimiento. Así, sus obras —entre las cuales se destacaEl hombre mediocre, de 1913, que él mismo calificara, en 1925, como una “crítica de la moralidad”2 con la intención de completar una ética funcional— pudieron inundar el mundo editorial iberoamericano y, paulatinamente, fueron traducidas al francés, inglés, alemán, etcét