Lares pública de las sobras: estéticas poéticas de lo residual
Adriana López-Labourdette y Valeria Wagner
1. América Latina entre sobras y restos:
Soy,
soy lo que dejaron,
soy todas las sobras de lo que se robaron
Así comienza la canción «Latinoamérica» (2010) del grupo Calle 13. Se trata de una suerte de ontología elaborada a partir de las diversas modalidades de explotación, contaminación, abusos, y también resistencias de los pueblos y territorios americanos. Calle 13 se integra en la tradición de la Nueva Canción Latinoamericana, donde la crítica y la acusación antiimperialistas presentaban un llamado a la emancipación y a la unidad en la acción. Sin embargo, «Latinoamérica» muestra aquí un desplazamiento significativo hacia un discurso de resistencia asociado a lo material. Lo latinoamericano es identificado como lo que queda y persiste en su presencia. Esa materia vibrante —para retomar el concepto de Jane Bennett (2010)— actúa como agente transformador, más allá de la voluntad humana, evidenciando y hasta cierto punto suspendiendo las prácticas de exclusión por parte del poder.
Indirectamente, la canción sostiene una cartografía en la que la lógica excrementicia del centro sigue funcionando, reforzando así las fronteras entre centro y periferia. La resultante «basurización simbólica» del Tercer Mundo, siguiendo a Daniel Castillo Duarte, tendría dos funciones. Por un lado, a través de ella, el centro expulsa y se descongestiona, desdramatizando su propia responsabilidad (Castillo, 1999: 236). Por otro lado, esta periferia residual aseguraría el equilibrio del centro. Allí donde la mirada de Castillo se detiene en esa periferia de acumulación de residuos comocorpus delicti del Primer Mundo, Calle 13 cambia de lugar, y enuncia una reivindicación del mundo basurizado.
Lejos de ser degradante, la asimilación entre humanidad-sobras-residuos sostiene el esperanzador mensaje de que es inevitable, posible, e incluso deseable, existir fuera de la lógica del mercado: «tú no puedes comprar el viento / tú no puedes comprar el sol / [...] tú no puedes comprar mi alegría / tú no puedes comprar mi dolor»,1 canta el coro, apuntando a los límites cualitativos, y no solo cuantitativos, de la explotación y la cosificación. Así como no todo esexplotable, tampoco es todorobable: algo siempre queda fuera del alcance del despojo, sobras, restos, materialidades y objetos inasimilables, más acá o más allá de lo comercializable. En ese quedar y quedarse está la constancia de una materia recalcitrante que no termina de desvanecerse e insiste en persistir, después de su uso y expulsión, en múltiples modalidades humanas, animales, vegetales, minerales, etc.
Por otra parte, notemos que la canción retorna al ideario integracionista de una América toda, tan potente en la región desde el siglo XIX y hasta muy avanzado el siglo XX. Allí donde Bolívar en su «Carta de Jamaica» constataba la imposibilidad de crear una Gran República Latinoamericana, «que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse», Calle 13, a través de una mezcla de rap y reggaeton, propone una «Confederación de las sobras». El ser latinoamericano de la canción existe entre estas sobras, sea porque escapa a la atención del capital, sea porque queda fuera del campo de lo explotable, o sea porque se descarta, desvalorizado y puesto en desuso. Sin embargo, sería precisamente gracias a esta exclusión que dicho ser persiste. A la idea del despojo cifrado en las sobras, se le agrega también un repetido «tengo», y con él un sentido de propiedad y pertenencia. Paradójicamente, entonces, el vertedero y la ruina (económica, ambiental, social, y no solo, por supuesto, arquitectural) emergen como lugares de posible preservación, incluso «salvación» de América