1. La Edad Media en la Literatura Española
Como todas las literaturas medievales, la española ofrece muchos más enigmas que certezas. Presenta retos a la hora de interpretar los textos que no se dan en otros periodos, pues requiere el dominio de claves que pertenecen a una amplísima red de conocimientos culturales, muchos de ellos relacionados con las peculiaridades de la transmisión literaria medieval: oralidad, copia en códices manuscritos, anonimia y carencia de títulos, entre las más importantes. Todo lo cual equivale a hablar de variantes textuales infinitas, de un gran porcentaje de textos perdidos y, en consecuencia, de la conversión del estudioso en un reconstructor de eslabones rotos, en la mayoría de los casos; algo que repercute directamente en la ordenación de las series literarias y de las trayectorias de los géneros, como ocurrió en la poesía con el descubrimiento de las ‘jarchas’ (vid. infra). Por otra parte, se exige un saber filológico particularmente preciso a la hora de comprender los códigos lingüísticos, puesto que la relación entre la lengua, la norma y el habla particular de los autores es mucho más difícil de analizar entre los siglosXI yXV que en otras épocas. Hay que tener en cuenta que no existió una sola ‘lengua literaria medieval’, pues lo idiomático corrió muchas veces acorde con los géneros. Durante varios siglos, por ejemplo, mientras la poesía narrativa se escribía en los distintos dialectos autóctonos, las lenguas de prestigio para la poesía lírica fueron el provenzal –que se impuso con fuerza en Francia y en todo el área catalana–, y el gallego-portugués, lo que llevó incluso a algún rey castellano a elegirlo para su propia poesía, manejando un perfecto ‘bilingüismo literario’ (vid. infra, cap. 5).
La otra exigencia que se nos impone es la de revisar ciertos prejuicios críticos que condicionan el estudio global del periodo. El primero de ellos es el concepto de Edad Media según las connotaciones negativas que el término tuvo entre los humanistas italianos del sigloXV: unos “siglos oscuros” que mediaron entre el esplendor de la cultura clásica y el esplendor de aquella otra cultura que ellos mismos impulsaban (vid. parte 2ª, cap. 2). Pero no sólo al Humanismo se deben los clichés y los tópicos, ya que los estudios medievalistas son sobre todo ‘hijos’ de la Filología del sigloXIX, y eso supone contar con el tipo de prejuicios que tuvieron los románticos, de signo idealista, en su mayoría. Por ejemplo, apreciar la Edad Media como una época de valores universales, de pureza sentimental y, en cierta forma, ‘bellamente salvaje’, tal y como la habían visto ya algunos autores barrocos. En realidad, ambas visiones son cara y cruz de una misma moneda, y ambas han afectado notablemente a la ‘narración’ de los hechos en el caso español. Es cierto que hoy ya nadie mantiene la vieja idea de que la Edad Media supuso la decadencia de la literatura junto a las demás artes, y la degeneración de un saber por ser un mero periodo de paréntesis entre el Clasicismo y el Renacimiento; idea ésta que se denominó “estrechamiento clasicista” en el magistral estudio del alemán Ernst R. Curtius tituladoLiteratura europea y Edad Media latina*. Hoy se acepta mayoritariamente que lo que se dio durante la Edad Media fue una particular asimilación de la cultura clásica, de determinados autores latinos y griegos, cuyas obras interesaron parcialmente, siempre conforme a los parámetros educativos que en la práctica lo organizaban todo: la escolástica (vid. infra cap. 4). Igualmente, entre los historiadores se han revisado los límites del pe-riodo, aceptándose el concepto de “Edad Media Latina” para referirse al periodo de las primeras invasiones árabes y el dominio de Carlo-magno (768-814): una etapa interesantísima desde el punto de vista político, pero vacía aún de textos literarios conservados en las lenguas románicas. Precisamente por la hegemonía absoluta del latín como lengua de cultura durante la dominación visigoda, de ese periodo sólo interesan algunos textos como lasEtimologías de san Isido