PRESIÓN PARA PRODUCIR
Los ritos son acciones simbólicas. Transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad. Generan unacomunidad sin comunicación, mientras que lo que predomina hoy es unacomunicación sin comunidad. De los rituales es constitutiva lapercepción simbólica. El símbolo, palabra que viene del griegosymbolon, significaba originalmente un signo de reconocimiento o una «contraseña» entre gente hospitalaria(tessera hospitalis). Uno de los huéspedes rompe una tablilla de arcilla, se queda con una mitad y entrega la otra mitad al otro en señal de hospitalidad. De este modo, el símbolo sirve para reconocerse. Esta es una forma peculiar de repetición:
Re‐conocer no es: volver a ver una cosa. Una serie de encuentros no son unre‐conocimiento, sino quere-conocer significa: reconocer algo como lo que ya se conoce. Lo que constituye propiamente el proceso de «instalación en un hogar» —utilizo aquí una expresión de Hegel— es que todore‐conocimiento se ha desprendido de la contingencia de la primera presentación y se ha elevado al ideal. Esto lo sabemos todos. En elre‐conocimiento ocurre siempre que se conoce más propiamente de lo que fue posible en el momentáneo desconcierto del primer encuentro. Elre‐conocer capta la permanencia en lo fugitivo.1
Al ser una forma de reconocimiento, la percepción simbólica percibe lo duradero. De este modo el mundo es liberado de su contingencia y se le otorga una permanencia. El mundo sufre hoy una fuerte carestía de lo simbólico. Los datos y las informaciones carecen de toda fuerza simbólica, y por eso no permiten ningún reconocimiento. En el vacío simbólico se pierden aquellas imágenes y metáforas generadoras de sentido y fundadoras de comunidad que dan estabilidad a la vida. Disminuye la experiencia de la duración. Y aumenta radicalmente la contingencia.
Los rituales se pueden definir comotécnicas simbólicas de instalación en un hogar. Transforman el «estar en el mundo» en un «estar en casa». Hacen del mundo un lugar fiable. Son en el tiempo lo que una vivienda es en el espacio. Hacenhabitable el tiempo. Es más, hacen que se puedacelebrar el tiempo igual que se festeja la instalación en una casa. Ordenan el tiempo, lo acondicionan. En su novelaCiudadela, Antoine de Saint-Exupéry describe los rituales comotécnicas temporales de instalación en un hogar:
Y los ritos son en el tiempo lo que la morada es en el espacio. Pues bueno es que el tiempo que transcurre no nos dé la sensación de gastarnos y perdernos, como al puñado de arena, sino de realizarnos. Bueno es que el tiempo sea una construcción. Así voy de fiesta en fiesta, y de aniversario en aniversario, de vendimia en vendimia, como cuando iba de niño de la sala del consejo a la sala del reposo en la anchura del palacio de mi padre, donde todos los pasos tenían un sentido.2
Al tiempo le falta hoy un armazón firme. No es una casa, sino un flujo inconsistente. Se desintegra en la mera sucesión de un presente puntual. Se precipita sin interrupción. Nada le ofreceasidero. El tiempo que se precipita sin interrupción no eshabitable.
Los rituales dan estabilidad a la vida. Parafraseando las palabras de Antoine de Saint-Exupéry, se puede decir quelos rituales son en la vida lo que en el espacio son las cosas. Para Hannah Arendt es ladurabilidad de las cosas lo que las hace «independientes de la existencia del hombre». Las cosas tienen «la misión de estabilizar la vida humana». Su objetividad consiste en que
brindan a la desgarradora mutación de la vida natural […] una mi