No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas
Lucio Anneo Séneca
La innovación en sí misma y especialmente en el terreno educativo, se encuentra ataviada de una usual y general confusión que, aparte de errar la propia definición, provoca que no lleguen a materializarse en muchas ocasiones los cambios y mejoras cualitativas relevantes. Por este motivo, que hemos preferido comenzar el presente capítulo despojando al concepto “innovación educativa” de aquellas interpretaciones incorrectas o desviadas para, tras ello, afrontar su correcta conceptualización y connotaciones necesarias, y que, de esta manera, el valor y los cambios que provoque sean realmente significativos. Tras ello, afrontaremos el binomio tecnología e innovación, con intención de definir la forma en la que estas tecnologías pueden nutrir realmente una evolución educativa cualitativa, para que sea concebida como tal. Por último, trataremos de dar respuesta a la finalidad del concepto de innovación educativa aplicada a la universidad, las características que debe reunir, las áreas donde se puede aplicar y las competencias docentes que debe conllevar, entre otros elementos.
En primer lugar y antes de definir realmente el concepto de innovación, creemos que resulta necesario desmitificar y alejar ciertos tópicos erróneos que contaminan este concepto, dada la facilidad y cotidianeidad de su uso en el ámbito educativo, sea cual fuere la etapa en la que se aplica. Así, la acción de innovar se ha asociado en numerosas ocasiones con un simple cambio, un modo diferente de hacer las cosas, sin estar relacionados necesariamente con una clara y sustantiva mejora. De la misma forma, no podemos considerar una innovación como tal, si esta carece de una oportuna planificación o si la motivación o razón de la misma proviene de elementos exógenos. Este concepto se ha empleado erróneamente en múltiples ocasiones como sinónimo de transformación, renovación, calidad educativa, reforma, entre otros. Extraemos por tanto de este apartado, que la innovación no puede asociarse al mero concepto de cambio, a la motivación exógena, la improvisación creativa o falta de planificación, elementos entre otros que abordaremos desde su correcta conceptualización.
Podríamos decir entonces que toda innovación exige un cambio, aun