La oportunidad de presentar esta obra dedicada al desarrollo e implementación de la educación emocional me permite expresar con total rotundidad que, tras veinticinco años de investigación sobre el tema, estamos en el buen camino. Han sido bastantes los cambios y progresos para su reconocimiento y desarrollo; sin embargo, la educación emocional se despliega a una velocidad extremadamente lenta si tenemos en cuenta la vertiginosa transformación de nuestro mundo. No obstante, se ha superado con éxito la fase en la que era preciso justificar empíricamente los beneficios y la necesidad de educar emocionalmente. En la actualidad, son pocos los que se atreven a seguir cuestionándolo. En este momento se trata de utilizar esta poderosa herramienta de desarrollo humano y cambio educativo para sentar las bases de ese deseado mundo caracterizado por la justicia, la bondad, la sostenibilidad y la compasión, en el que la convivencia pacífica y el bienestar social sean la norma y no la excepción.
Esta obra nos ofrece una propuesta estratégica de gran valor pedagógico para promover el desarrollo emocional en las nuevas generaciones. Se trata de impulsar escuelas emocionalmente competentes en el contexto actual que es, a nuestro entender, muy oportuno.
En los últimos quince años, han sido bastantes los centros educativos que han aceptado y facilitado la implementación de experiencias de educación emocional. Sin embargo, este despliegue de experiencias ha sido puntual, impulsado por docentes de forma aislada o por un claustro o equipo directivo concienciado y sensibilizado. Generalmente, se han desarrollado en el marco de proyectos o innovaciones con pocos recursos y escaso apoyo logístico. Asimismo, algunos docentes se han aventurado a investigar y aportar luz evaluando mediante sus tesis doctorales programas de intervención dirigidos a profesorado y alumnado de diferentes niveles educativos y a las familias. Y otros se han ocupado de la tarea de difundir los principales resultados de todos estos esfuerzos, sin los que hoy no tendríamos en nuestras manos esta oportuna obra de Laia Mestres.
En este contexto, hemos de tomar en consideración que el 19 de enero de 2021 entró en vigor la octava ley educativa de la democracia española, la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE), también conocida como Ley Celaá, en la que el desarrollo emocional se contempla como una responsabilidad más en cada una de las diferentes etapas educativas.
Paralelamente, el informeEspaña 2050. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo, elaborado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del Gobierno, encargada de analizar los retos y oportunidades a los que se enfrentará España en las próximas décadas y de ayudar al país a prepararse para ellos, dedica un capítulo entero al reto de ampliar las bases para impulsar una “educación para el bienestar” en nuestros planes educativos. En él, entre las medidas que implementar, se cita explícitamente:
“Durante los próximos años, nuestros centro