1. El concepto de «genio» en la Francia pre-ilustrada
Nicolás Olszevicki
(UNGS)
Aunque haya alcanzado el rol protagónico de «héroe cultural»1 en el ámbito de las reflexiones estéticas con el ascenso del Romanticismo, a fines del sigloXVIII y comienzos delXIX, el concepto de «genio» tiene una larga historia en el pensamiento occidental.2 Resulta imposible hacer una reconstrucción exhaustiva de ella en los límites de este breve trabajo; nos bastará con señalar algunos de los elementos definitorios del concepto en Francia antes de la época en que se concentra este libro. El objetivo de nuestro trabajo es mostrar que las discusiones sobre las características y funciones del genio que se producen a lo largo del sigloXVIII tienen importantes antecedentes desde mediados del siglo anterior. Particularmente, mostraremos cómo en la célebrequerelle des Anciens et des Modernes se cifran dos ideas antagónicas sobre el genio que moldearán las discusiones en el ámbito francés durante lasLumières.
PREHISTORIA DEL GENIO: DE PLATÓN A RABELAIS
Antes de llegar al sigloXVI, permítasenos reconstruir algunos de los rasgos asociados al concepto desde la antigüedad clásica, que resonarán en las polémicas de la modernidad temprana.
Es el poeta griego Píndaro, frecuentemente retomado en los escritos dieciochescos, quien parece haber sido el primero en privilegiar la valoración de los dones naturales en la formación en la Grecia antigua. Un siglo antes de la aparición de Platón, al final de la décima de susOdas olímpicas (9.100-113), el poeta contrastaba el talento innato con el aprendizaje y se inclinaba por el primero para justificar la excelencia de los hombres en todos los ámbitos. Sugería, allí, que los dioses dotaban a los individuos de habilidades diferentes desde el nacimiento y que cada uno debía procurar atender a su propia naturaleza para llevar a cabo sus objetivos con éxito. El talento para la poesía (como, en realidad, todo talento) quedaba apartado del conjunto de las técnicas aprendidas y resultaba valorado en mayor medida que el derivado del esfuerzo.
No es casualidad que Píndaro se convirtiera en una de las figuras más evocadas en la Modernidad como ejemplo del poeta inspirado, aquel que produce su arte sin atenerse a reglas de ningún tipo. Aunque es su figura la que, desde el sigloXVI, deviene en una suerte de símbolo de una estética del genio en gestación, los textos griegos más relevantes teóricamente en relación con el tópico son los diálogos platónicosIon yFedro, en los que se forja la imagen clásica delpoeta vate, esto es, el poeta como aquel que, al producir su obra, responde directamente a los designios de la divinidad, con mínima o nula mediación racional. De acuerdo con esta imagen, en el momento de la creación poética los dioses poseen a los hombres; la poesía, por tanto, se diferencia de todas aquellastéchnai para cuyo dominio alcanza el estudio y la práctica: «Los poetas líricos [al igual que todos los demás poetas] hacen sus bellas composiciones no cuando están serenos, sino cuando penetran en las regiones de la armonía y el ritmo poseídos por Baco», se dice enIon. El poeta-profeta definido por Platón es una «cosa leve, alada y sagrada» y «no está en condiciones de poetizar antes de que esté endiosado, demente y no habite ya más en él la inteligencia», en ese momento que luego los comentadores latinos definirán como elfuror poeticus y que, en los siglosXVII yXVIII, se nombrará en Francia con palabras comoverve oenthousiasme.
Junto a esta conceptualización de la poesía como una actividad esencialmente distinta del resto de las actividades del hombre, el otro gran aporte de la cultura griega a la historia del genio es el concepto deδαίμων(daimon). Se supone, en efecto, que la palabra latinagenius, de la que provienen todas las formas modernas, es una traducción y adaptación de ese concepto griego, que originalmente refería a divinidades menores y que luego fue perdiendo su connotación religiosa hasta significar, simplemente, el carácter particular de cada hombre. De acuerdo con la mitología griega, cada hombre tiene unδαίμων propio, un espíritu tutelar que lo vincula a lo divino y que rige su destino. En elTimeo platónico, no obstante, la noción ya aparecía parcialmente secularizada: en lugar de conce