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Sobre el extremismo violento
2.1. Extremismo violento y radicalización
El extremismo violento aparece «cuando no se permite un punto de vista diferente; cuando se sostienen los propios puntos de vista como exclusivos, cuando no se permite la posibilidad de la diferencia y cuando se quiere imponer este punto de vista a los demás utilizando la violencia si es necesario».8
Las opiniones extremistas violentas pueden manifestarse en torno a una serie de cuestiones, como la política, la religión, la diversidad cultural, la orientación sexual o las relaciones de género, y producen distanciamiento político y social entre distintos sectores de la población. Esas opiniones constituyen uno de los principales catalizadores de la radicalización, especialmente entre los colectivos más desfavorecidos (Trujilloet al., 2010).9 Ninguna sociedad, comunidad religiosa o visión del mundo es inmune a este tipo de opiniones. Sin embargo, lo que define al extremista violento es el énfasis en el uso de la violencia como medio, más que las opiniones extremas en sí mismas.10
Así pues, «el extremismo violento se refiere a las creencias y acciones de las personas que apoyan o utilizan la violencia ideológicamente motivada para imponer sus objetivos ideológicos, religiosos o políticos radicales» (Dalgaard-Nielsen, 2010).11 Reúne dos aspectos: la aprobación del extremismo y la aceptación de medios violentos. La radicalización puede entenderse genéricamente como el proceso de aceptación –o práctica– de la ideología y la acción extremista.12
La radicalización violenta tiene, por tanto, dos niveles bien diferenciados. El primero se refiere a las conductas y el segundo, a las actitudes. La radicalización conductual se refiere el uso ilegítimo de la violencia en nuestras sociedades y es un fenómeno afortunadamente muy minoritario. Pero no ocurre lo mismo con la radicalización cognitiva. La radicalización cognitiva se refiere a la justificación de ideas extremas, al compromiso cognitivo de un individuo con la acción violenta. Pues para que se produzca la radicalización cognitiva no es necesario que el individuo se convierta o actúe como un terrorista, sino que basta con que haga apología, se identifique o defienda las acciones terroristas (Sageman, 2017). Como destacan Wolfowiczet al., tenemos que convenir que, afortunadamente, la mayor parte de las personas que tienen opiniones radicales nunca recurrirán a la violencia (2020, p. 3).
El extremismo violento tiene que analizarse en un contexto social donde se producen –y reproducen– otros tipos de violencia. De hecho, según la clasificación de Galtung (2016),13 podemos diferenciar tres tipos de violencia:
•Violenciacultural: Englobaría aquellos aspectos de la cultura, la esfera simbólica de nuestra existencia –materializado en la religión y la ideología, en el lenguaje y el arte, en la ciencia empírica y la ciencia formal (la lógica, las matemáticas)– y cualquier elemento cultural que pueda ser empleado para legitimar la violencia. El autor recurre a algunos ejemplos como las banderas, los himnos, los retrato