: José María Arnaiz
: Una nueva forma de ser Iglesia
: PPC Editorial
: 9788428835251
: 1
: CHF 9.00
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: Religion/Theologie
: Spanish
: 248
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El título 'Una nueva forma de ser Iglesia es posible y urgente' nace de una fuerte convicción: no existe aquello que no se puede cambiar, ni ninguna muerte que no se pueda transformar en vida. Lo dice el propio autor, José María Arnaiz, sacerdote marianista español afincado en Chile, ex secretario general de la Unión de Superiores Generales. En su opinión, esa nueva forma de ser Iglesia corresponde básicamente a 'una Iglesia sinodal, profética, esperanzadora y convertida a Jesucristo'.Y eso es lo que pretende con este libro: ofrecer elementos y pistas de reflexión, herramientas y sugerencias para motivar la puesta en marcha de un proceso que lleve significativamente a la renovación de una Iglesia que sea cada vez más evangélica y evangelizadora.Dicho de otra manera: una Iglesia que fije los ojos en Jesús y en su Evangelio con la convicción de que tiene que hacerse cargo de los pobres. Los cambios que ello supone son de 'vino' y de 'odres', y ambos tienen que ser nuevos, distintos, y facilitar una cercanía al pueblo de Dios. 'Se trata de vivir de manera distinta, de resistirnos a que todo siga igual, de rechazar seguir haciendo todo como siempre'.'Este libro -dice en el prólogo monseñor Santiago Silva, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile- me atrevería a catalogarlo en el género de 'enseñanza profética'. (...) Es urgente estrenar una 'nueva hoja de ruta' a partir del encuentro con el Resucitado. Solo el encuentro con él provoca cambiso sustanciales de vida y de las estructuras que sostienen la vida cristiana y eclesial'.

José María Arnaiz es sacerdote marianista. Ha sido el secretario general de la Unión de Superiores Generales y ha desempeñado diversos cargos de responsabilidad en la Compañía de María. Sigue muy de cerca los temas relacionados con la espiritualidad, la teología de la vida consagrada y la cultura actual. En PPC ha publicado '¡Es el Señor!' (2012, 2ª ed.), 'Místicos y profetas' (2007, 2ª ed.) y 'De nuevo en Pentecostés' (2006), 'Encontrarse es todo (2009), y 'Alternativas de humanización' (2012). También ha colaborado en 'Atrévanse a creer' (2007) y 'Una voz, diez miradas', (2009).

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NECESITAMOS UNA NUEVA FORMA
DE SER IGLESIA PORQUE ESTÁ EN CRISIS


 

Desde el comienzo de nuestra reflexión queremos dejar claro que una nueva forma de ser Iglesia es una auténtica reforma, y para ser tal se debe intervenir al mismo tiempo en tres niveles: en los contenidos de su conciencia colectiva, en la forma de las relaciones internas y en las estructuras, los procedimientos, las actividades y las funciones en que se expresa. No se trata de una mera readaptación, sino de orientar un proceso total de reforma de la Iglesia.

Todo proceso de regeneración tiene que ser pensado en la lógica de la integración de los sujetos y también de la interconexión de las estructuras y de la acción social. Solo así se va a garantizar esa interconexión, custodiando la pluralidad y manteniendo la identidad en el devenir. Para C. Schikendantz, «la Iglesia de hoy está llamada, casi exigida, a realizar una de las operaciones más traumáticas para su forma de organización actual: revisar la idea de autoridad con la que procede a todos los niveles»1.

Del mismo autor es el pensamiento de que el liderazgo de la Iglesia católica se opone a los estándares modernos de gobernanza, ya que está atrapado, mental y sistemáticamente, en una visión «jerarcológica» que en buena parte estaría superada. La solución no viene de la introducción de la democracia en la Iglesia, sino de una transformación de ella a partir de las propias raíces, fundamentada en una autocomprensión teológica de la Iglesia.

Esos tres niveles en los que necesitamos volcar todo el esfuerzo de reforma eclesial corresponden, en primer lugar, a la proyección de la misión o, mejor aún, a la reproyección de la misión, ya que la Iglesia existe para evangelizar (Pablo VI); y esa misión tiene que enganchar con las urgencias del presente. Ello supone, sobre todo, encarnar el Evangelio en el corazón de nuestras culturas y responder a las grandes aspiraciones de la humanidad. En eso se convierte el compromiso por el Reino. En segundo lugar, está la refundación de la identidadde la misma Iglesia. Ello le va a suponer a la Iglesia dar con una experiencia originaria; para conseguirla, el pasado –o su pasado– será como una nueva fuente de vida. En tercer lugar, apuntaremos a la renovación institucional. Del «hacer» y del «ser» pasaremos a responder a la necesidad de «renovar la institución». Esta necesidad es muy provocativa en este momento. La Iglesia se tiene que reencarnar en estructuras que sean sacramento que genere gracia abundante. Esta institución en sí misma debe ser creíble; debe presentarse como mensaje que evoque el Evangelio y responda a las grandes aspiraciones de la humanidad. Así la Iglesia acertará a traslucir lo divino en lo humano.

Este pensamiento y acción de refundación, para llegar a una nueva forma de ser Iglesia en estas tres dimensiones, a su vez se tiene que orientar en tres vectores que estarán muy presentes en este apartado, ya que en torno a ellos se debe producir el verdadero cambio en las típicas relaciones eclesiales: modificar los modelos educativos y formativos, repensar los poderes y la autoridad y reconocer y resituar sobre todo los dos miembros integrantes más olvidados: las mujeres y los laicos. Los tres elementos están correlacionados con las recientes metamorfosis socio-culturales. Los tres conciernen a las mediaciones que estructuran todo el cuerpo social de la Iglesia, que deben ser repensadas y reconfiguradas en las reformas.

Estamos hablando de una reforma que sigue a una crisis. La Iglesia está en crisis. Han salido a la luz muchas de nuestras miserias, nuestros errores, cegueras y sorderas que dañan seriamente nuestra convivencia y afectan a la confianza de la sociedad en la comunidad cristiana. Han sido muchos los que se han desconcertado ante la gravedad de los hechos, nuestros límites, nuestro pecado. Las crisis son parte de la vida, son tiempos oscuros. Son períodos en los que nos perdemos y que hacen sufrir. Son momentos clave en los que se requiere sabiduría, coraje y humildad, dones que Jesús nos puede dar si los pedimos desde lo más hondo de nuestras entrañas. Vamos a tratar de llegar a una nueva claridad que nos sirva para caminar en el día y también en la noche. En