Charley Johnson
Nosotras, las Brujas, estamos súper unidas. Cuando estábamos en primaria, teníamos una regla tácita: si alguien se metía con una de nosotras, tendría que vérselas con las tres.
Elena Griffiths, Zia Khan y Charley Johnson. Éramos como las diferentes facetas de una personalidad ganadora. Cada una por nuestra cuenta no éramos nada especial, pero juntas éramos imbatibles.
Elena era guapa, muy delgada, algo chalada, un poco afectada por el rollo de los actores famosos y el trabajo de su madre.
Zia venía de una familia de origen indio, muy grande y muy importante. En algún momento de su existencia aprendió que ir de buena y de calladita puede llevarte tan lejos como ir por la vida pisando fuerte, como hacemos Elena y yo. Zia es sensible, tiene mucho encanto, y un talento especial para tocar la guitarra (a nadie le extraña que cuando se trata de ser la enchufada de la profe, Zia es siempre la número uno). Y nadie sospecha nunca que detrás de esa fachada inocente se esconde la verdadera Zia Khan: astuta, salvaje y peligrosa.
Yo le envidio lo del encanto. Parece que yo soy demasiado grandona y escandalosa para tener encanto. Por otro lado, siempre he sido la primera de la clase, así que, ¿para qué quieres encanto si tienes cerebro?
Zia Khan
Ese verano Elena se saltó una de nuestras reglas de oro: la que tiene que ver con los chicos.
Cuando teníamos nueve años, decidimos que los chicos eran una pérdida de tiempo. Nuestros enemigos eran un trío patético que se hacía llamar a sí mismo (¡y de verdad que no me lo invento!) «La Banda de la Cabaña». Nos daban la lata, y nosotras nos vengábamos metiéndoles en líos siempre que teníamos ocasión. Esto no era muy difícil, después de todo eran chicos.
Cuando los de la Cabaña –Jake, Tyrone y Matt– empezaron a llamarnos cosas feas, cogimos su insulto favorito, lo convertimos en un piropo, y lo elegimos como nombre para nuestra banda: las Brujas.<