: Alfredo Gómez Cerdá
: El negocio de papá
: Ediciones SM
: 9788467563832
: El Barco de Vapor Roja
: 1
: CHF 5.30
:
: Sachbücher / Sachbilderbücher
: Spanish
: 112
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Semana a semana, Tomás le cuenta a Juanjo, su psicólogo, por qué ha suspendido cinco asignaturas, si él jamás había suspendido antes. Parece que algo tiene que ver el cambio de negocio de su padre. ¿No dicen que hay que ser coherente con los propios pensamientos? Una historia sobre amistad y autonomía personal.

Alfredo Gómez Cerdá nació en Madrid, en el verano de 1951. Atraído por la lectura desde la adolescencia, estudió Filología Española, especializándose en Literatura. Comenzó escribiendo teatro, género en el que publicó y representó varias de sus obras en los años 70. Sin embargo, en los 80 descubrió la literatura infantil y juvenil y pronto conoció el éxito. Desde entonces ha publicado más de setenta títulos, varios de ellos traducidos a otros idiomas.Gómez Cerdá ha colaborado en prensa y en revistas especializadas, además de participar en numerosas actividades en torno a la literatura infantil y juvenil, como charlas, libro-fórum, programas radiofónicos, mesas redondas, conferencias, etc. Asimismo, ha formado parte de proyectos educativos realizados en Estados Unidos (Aprenda II, en San Antonio, Texas). Sus libros se venden en varios países de Europa, América y Asia. Ha escrito además varios guiones para cómic.Su labor literaria le ha reportado más de veinticinco galardones, entre los que se encuentran el segundo premio El Barco de Vapor 1982, el segundo premio Gran Angular de literatura juvenil en 1983, Premio Altea 1984, accésit del Premio Lazarillo 1985 y segundo premio de El Barco de Vapor del mismo año. En 1987 dos de sus libros (La casa de verano y Timo Rompebombillas) fueron incluidos en la Lista de Honor de la CCEI, y desde entonces ha repetido en numerosas ocasiones, casi cada año. En 1994 logró el Premio Il Paese dei Bambini de Italia, y en 1996 fue accésit del Premio de novela corta Gabriel Sijé. Se hizo con otro Premio Gran Angular en 2005 por su libro Noche de alacranes. Ese año también logró el White Raven de Munich. En 2006 fue Premio Fray Luis de León, mientras que en 2008 se hizo con el Premio Ala Delta, el Premio Lector 2008 y el prestigioso Cervantes Chico por el conjunto de su obra. 2009 le trajo de nuevo el White Raven, así como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

2Segunda semana


¡Hola, Juanjo! Como ves, aquí me tienes de nuevo, no he faltado a la cita. Les prometí a mis padres que vendría y aquí estoy. A mí me gusta hacer lo que pienso y cumplir lo que digo. Es mi forma de ser. ¿Te parece bien? Pues me alegro.

Oye, y hoy... ¿qué vamos a hacer? O mejor dicho, ¿qué vas a hacer conmigo? ¡Nada! ¿Cómo es posible? Yo pensaba que hoy... no sé, me pondrías un tratamiento, o algo por el estilo. Pensaba decirte que el tratamiento no fuesen inyecciones en el culo. ¡Cualquier cosa menos inyecciones en el culo! ¡Me dan pánico! Prefiero tomar toda clase de pastillas, o jarabes, o incluso ponerme un supositorio. ¡Pero inyecciones en el culo no! Y ahora tú me dices que no me vas a recetar nada. Bueno, pues me alegro; pero entonces, ¿qué vamos a hacer hoy?

¡Ah! ¿Quieres que te siga contando cosas? ¿Quieres saber todo lo que ocurrió hasta llegar a los cinco suspensos? ¿Solo eso? Por mí no hay inconveniente. Yo soy por naturaleza algo parlanchín, ya lo habrás notado.

Creo que la semana pasada nos quedamos en el momento en que mi tío Jacinto le dijo a mi padre que lo que tenía que hacer era quitar la carpintería y abrir un bar de esos en los que sirven la bebida en vasos de plástico y tienen la música a todo volumen.

¿Quieres saber cómo reaccionó mi padre? Pues te lo puedes imaginar.

—¡Tú estás mal de la cabeza! —le dijo a mi tío Jacinto.

—Piensa lo que quieras —se defendió mi tío—. Pero ya sabes que yo tengo buen ojo para los negocios. ¿Cuándo alguno de mis negocios ha funcionado mal?

—Pero yo no valgo para eso.

—Para eso vale cualquiera.

Recuerdo también que esa tarde mi prima Raquel y yo jugamos una partida de ajedrez en mi cuarto. A mitad de la partida. Raquel levantó la vista del tablero y me preguntó:

—¿Tú crees que tu padre hará caso al mío?

—¿Te refieres a lo de convertir la carpintería en un bar? —le pregunté también yo.

—A eso me refiero.

—Seguro que no. Mi padre nunca haría eso —en ese momento estaba convencido de lo que decía.

Luego, mi prima volvió a mirar al tablero y movió una pieza, creo que fue una torre.

—Jaque mate —me sentenció.

Consigo ganar pocas veces a mi prima al ajedrez. Juega muy bien. Ella, además, pertenece a un club de ajedrecistas y allí aprende muchas jugadas. Luego me las enseña a mí; pero no es lo mismo. Creo que aprender esas jugadas de primera mano te da cierta ventaja. Yo siempre las aprendo de segunda mano, por eso suelo perder las partidas.

Es una pena, Juanjo, que mi prima Raquel no venga conmigo. Entre los dos seguro que te contábamos mucho mejor todo lo que pasó. Ya te he dicho que es una chica muy lista. No es por presumir, pero creo que ella y yo somos los más inteligentes de la familia. Podría decirle que se viniera conmigo otro día. pero estoy pensando que sus padres no la iban a dejar. Es que cuando dices que vas al psicólogo, la gente piensa que estás un poco majareta. jAh, ya lo sabías! Claro, lo habrás oído decir por ahí. ¡Y no es verdad! ¡Por supuesto! Mírame a mí, yo no tengo nada de majareta.

Por la noche, a la hora de cenar, mi padre volvió a sacar el tema. Mis tíos, claro, ya se habían marchado.

—¡Vaya cosas que tiene tu hermano Jacinto! —exclamó.

Mi madre se encogió de hombros antes de responder:

—Pues algo de lo que ha dicho es verdad: todos los negocios en que se ha metido le han salido bien.

—No, si yo no discuto que tenga mal ojo para los negocios, ¡Menudo neg