: Laia Soler
: Los días que nos separan
: Plataforma Neo
: 9788415880066
: 1
: CHF 6.10
:
: Kinderbücher bis 11 Jahre
: Spanish
: 416
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Abril está obsesionada con sus sueños. Desde que se cruzó con ese desconocido en la biblioteca, él se le aparece cada vez que se queda dormida. En su mundo onírico, el chico es Víctor, un burgués de la Barcelona de 1914, y ella... Ella ni siquiera es ella misma, sino Marina, una obrera que vive en el mismo edificio que Víctor. Mientras la historia de los dos jóvenes del pasado avanza noche tras noche, Abril lucha por mantenerse al margen de las emociones de Marina e intenta descubrir qué significan esos sueños. 'Los días que nos separan es un asombroso debut, tanto por la juventud de su autora como por la elaborada magia que emana esta novela.' Francesc Miralles

Laia Soler nació en Lleida un día de primavera de 1991. Ahora vive en Barcelona, donde se mudó para cumplir su sueño de estudiar Periodismo y así poder vivir de las letras. Es bloguera literaria y autora de Los días que nos separan, novela ganadora de la primera edición del Premio Literario 'LA CAIXA'/ PLATAFORMA. Además de escribir, su gran pasión es viajar (y si es por carretera, mucho mejor).

DOS

 

Estoy sentada en una confortable silla del salón de los Altarriba, esperando a solas, sumida en mis pensamientos. Madre ya lleva tres días trabajando aquí y sólo tiene buenas palabras para los señores Altarriba. Yo acabo de conocerlos, y aunque estaba demasiado nerviosa para recordar nuestra corta conversación, ambos han sido amables. No me han mirado con suficiencia ni me han hablado como si fuera tonta o analfabeta, lo que siempre es de agradecer. No tendré un horario fijo, pero trabajaré la mayoría de los días, incluidos los domingos. Además, si alguna noche me necesitan también tendré que ir. Me lo han dicho como si fuera algo malo, como pidiendo perdón. No entienden que cuanto más trabaje, más cobraré, y desde luego nunca me quejaré de eso.

Si por mí fuera, ya estaría lejos de esta casa, que no hace sino recordarme todo lo que nunca tendré. Por desgracia, los señores Altarriba han insistido en presentarme a todos sus hijos. Aunque he intentado evitarlo, al final he aceptado. Al fin y al cabo, este será mi lugar de trabajo. Tendré que acostumbrarme.

De repente, oigo cómo alguien carraspea. Me vuelvo bruscamente y veo cómo un chico atraviesa el umbral de la puerta y hace una mueca sorprendida al verme. Se detiene en seco. Yo me levanto e, intentando disimular mi hastío, lo saludo cortésmente. He estado ensayando esta pose desde que lo vi por segunda vez en el portal. Las probabilidades y mi mala suerte apuntaban a esta situación. Además, el mal presentimiento se ha intensificado desde que la señora Altarriba me ha hablado de su hijo mayor, el mismo que ahora me mira con cara de pocos amigos.

Tú masculla.

Marina, si no te importa respondo. Intento parecer segura. Como con los animales, nunca debes dejar que un rico huela tu miedo, y menos si es un señorito como el que ahora tengo delante.

¿Te han contratado a ti? dice con un tono nada agradable. Yo me limito a asentir. Soy consciente de que mi metedura de pata del otro día en el portal puede costarme el puesto, así que decido que cuanto menos diga menos posibilidades tendré de causarme más problemas. Él pone los ojos en blanco y resopla . Mientras sean mis padres quienes te pagan, espero que me trates con respeto, dentro y fuera de esta casa.

Lo miro de hito en hito con los dientes apretados. Los ojos me empiezan a arder y siento que, si no me co