Introducción
La Didáctica es un arte. El arte de trabajar con intencionalidad y consistencia el proceso de enseñanza y aprendizaje de modo que las finalidades de la educación impregnen de manera coherente métodos, diseños y planes. La planificación didáctica es, sin duda, un espacio de concreción de los fines educativos. El docente es el encargado de situar estos fines en contextos específicos, con sujetos concretos, en determinadas condiciones para realizar su tarea: el dinamismo formativo del proceso de enseñanza y aprendizaje.
La didáctica, situada en el contexto teleológico de la educación, conlleva elpensamiento didáctico (Monarca 2009) que supone la capacidad de generar acciones vinculadas a determinadas intenciones educativas, y permite darle un sentido a la acción en curso, hecha de múltiples acciones que cobran sentido viéndolas más como consecuencias o conjunto de acciones que de forma aislada. Las acciones vistas como una red de interrelaciones de unas con otras son las que desencadenan determinados efectos.
Este tipo de pensamiento permite al docente actuar con cierta orientación en la complejidad que supone la acción educativa, un contexto inestable, dinámico, vertiginoso, con significados que se suceden unos tras otros, con exigencias de idas y vueltas para construir sentidos globales. Le otorga la racionalidad que permite contemplar la diversidad de aspectos que se hacen presentes en la acción educativa, una acción de múltiples interacciones: profesores-alumnos, profesor-grupo, alumno-alumno, alumno-grupo, profesores-conocimiento, en todas sus manifestaciones posibles.
Por último,el pensamiento didáctico se vincula con los procesos de decisión sobre el tipo de acción educativa que se propondrá a los alumnos en función de unas determinadas intenciones educativas. Aun teniendo en cuenta que estos procesos estén fuertemente condicionados por aspectos externos al profesor, el pensamiento didáctico ayuda a moverse en esta complejidad.
Siendo esto así, constatamos que, tanto un gran número de docentes en ejercicio, como de alumnos de Magisterio y de Máster en Educación Secundaria, en pleno proceso de formación inicial, perciben las programaciones didácticas como un mero trámite de obligada presentación y de escaso cumplimiento. Pocos son los que vinculan la programación de unidades didácticas a la constante reflexión sobre la práctica y su mejora, y a la implementación de una innovación que merece la pena porque responde a los constantes y complejos desafíos de nuestro mundo y, por ende, a la visión de persona, de sociedad, de educador y de educación. Si a esto le añadimos la imperiosa necesidad de clarificación de nomenclaturas y conceptos pedagógicos y técnicos, así como de acuerdos en criterios básicos que orienten el mapa de ruta de quien programa, la urgencia de la respuesta que el tema merece es enorme.
El objetivo de este libro se sitúa en el contexto formativo, referido tanto a la formación inicial como continuada a lo largo de la vida, y en la perspectiva del desarrollo profesional. Tiene en cuenta, también, el engranaje de los centros educativos y la necesidad imperiosa de facilitar a los equipos docentes una herramienta que alivie su tarea en medio de la vorágine de trabajo que deben afrontar día a día, hecho que les obliga a relegar a segundo término todo aquello que no sea operativo y de aplicación inmediata.
Entendemos que el docente tiene que percibir que una programación didáctica bien planteada es útil y que es positivo y merece la pena el resultado tras el esfuerzo realizado.
Lacapacidad de planificar constituye el primer ámbito de competencia del docente. Sin duda, la mejora de la enseñanza está relacionada con la