: Antonio Diéguez
: Cuerpos inadecuados El desafío transhumanista a la filosofía
: Herder Editorial
: 9788425446481
: 1
: CHF 10.60
:
: Naturwissenschaften allgemein
: Spanish
: 216
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
¿Es posible alargar la vida humana de forma indefinida por medio de la tecnología genética? Y, en caso de que lo fuera, ¿qué repercusiones tendría eso sobre la sociedad y nuestra forma de estar en el mundo? ¿Podremos unirnos a las máquinas alguna vez y llegar a ser cíborgs o a volcar nuestra mente en un ordenador, fundiéndonos así con la inteligencia artificial y consiguiendo un soporte imperecedero? ¿Qué modificaciones genéticas se efectúan en la actualidad en muchos animales y cuáles serían imaginables en el futuro? ¿Qué problemas éticos suscitan? El transhumanismo es el discurso que se articula en torno a estas cuestiones y encierra una serie de presupuestos filosóficos, algunos de ellos bastante problemáticos. Se le suele criticar por su pretensión de cambiar la naturaleza humana, socavando así la base misma de la moralidad y de los derechos humanos, pero ¿es posible sostener a la luz de la biología actual un concepto de naturaleza humana que permita justificar esa crítica? El objetivo de esta obra es dar respuesta a todas estas preguntas y poner al alcance del lector las debilidades y fortalezas de los argumentos transhumanistas, así como sus implicaciones ideológicas y filosóficas.

Antonio Diéguez es Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga. Es miembro de número de la Academia Malagueña de Ciencias. Hasta septiembre de 2015 presidió Asociación Iberoamericana de Filosofía de la Biología (AIFIBI) y ha sido profesor invitado en las universidades de Oxford, Harvard, Helsinki y en la UNAM. Sus líneas de investigación discurren en las áreas de la Filosofía de la Ciencia, de la Tecnología y de la Biología. En los últimos años se ha interesado por el transhumanismo. Ha publicado diversos trabajos sobre este asunto, en particular su libro Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano (2017), en esta misma editorial.


INTRODUCCIÓN


La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí misma –no solo esporádicamente, un individuo aquí de una forma, otro allí de otra, sino en su totalidad, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva creencia. Quizá transhumanismo pueda servir: el hombre permanece como hombre, pero se trasciende a sí mismo, realizando nuevas posibilidades de y por su naturaleza humana.
«Creo en el transhumanismo
»: cuando haya suficientes personas que verdaderamente puedan decir esto, la espe­cie humana estará en el umbral de un nuevo tipo de existencia, tan diferente de la nuestra como la nuestra lo es de la del Hombre de Pekín. Estará por fin cumpliendo conscientemente su destino real.
JULIAN HUXLEY,Nuevos odres para vino nuevo (1959)

Nada de cambio diario. Nuestro cuerpo de hoy es el de ayer; hoy, todavía el de nuestros padres y antepasados; el del constructor de cohetes y el del troglodita no se diferencian en casi nada. Es morfológicamente constante; dicho en términos morales: no libre, recalcitrante y rígido. Visto desde la perspectiva de los aparatos: conservador, no progresista, anticuado, no revisable, un peso muerto en la evolución de los aparatos. En resumen: los sujetos de la libertad y no libertad se han intercambiado.
Libres son las cosas; no libre es el hombre.
GÜNTHER ANDERS,La obsolescencia del hombre, vol. I, 2011, p. 49

Una forma simple y directa de caracterizar el transhumanismo es entenderlo como la convicción de que el ser humano está en un soporte inadecuado (su cuerpo biológico, tal como nos ha sido legado por la evolución por selección natural) y que la tecnología puede por fin remediar esa deficiencia. Esta separación entre lo que somos en realidad y de forma más auténtica y el supuesto soporte sobre el que se sustenta (provisionalmente) eso que somos es antigua, y, pese a las repetidas críticas que ha recibido a lo largo de toda la historia del pensamiento filosófico, mantiene una vigencia desazonadora. No me detendré aquí, sin embargo, a rastrear sus orígenes históricos. Me interesa, por el contrario, averiguar por qué sigue teniendo tanto éxito en su versión transhumanista, una de las más radicales que ha recibido, puesto que considera que ha llegado finalmente la hora de llevar a efecto la separación entre ambas cosas y de deshacerse del soporte corporal biológico, al que no se ve más que como fuente de limitaciones y de sufrimiento, y al que se considera absolutamente inoperante a la hora de constituir nuestra identidad personal o de posibilitar nuestro arraigo en la realidad mundana.


Si ha habido quienes no han visto inconsistencia alguna en afirmar que mi cuerpo es mío, en el sentido de que se trata de una posesión material adjudicada de algún modo a un estrato personal más profundo que me constituye como lo que soy y que parece ser radicalmente distinto del propio cuerpo, el transhumanismo va más allá en el desapego de la carne y proclama que mi cuerpo actual es una forma contingente y dispensable de mi existencia que pronto podrá ser superada gracias a los avances en la ciencia y la tecnología. Permítame el lector que comience explicándole, si es que aún no lo sabe, por qué tiene interés este asunto, y particularmente por qué empezó a interesarme a mí mismo.

En 2015, mientras realizaba una estancia de investigación en el Oxford Uehiro Centre for Practical Ethics, uno de los centros principales de investigación sobre la ética aplicada y el biomejoramiento humano, bajo la dirección de Julian Savulescu, pensé que no sería mala idea escribir un libro que iniciara en estos asuntos al lector en lengua española. En inglés y en otros idiomas europeos había ya abundante literatura, pero no tanta en español. De hecho, en forma de libro había todavía muy poca, y la que existía era de desigual calidad. Entre las reflexiones que más me habían influido por entonces estaba, por un lado, el libro pionero de José Sanmartín, publicado en la temprana fecha de 1987,Los nuevos redentores. Reflexiones sobre la ingeniería genética, la sociobiología y el mundo feliz que nos promet