: Michel De Nostradamus
: Las Profecías De Nostradamus
: Lospplaznek
: 9783986776169
: 1
: CHF 1.80
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: Religion, Philosophie, Psychologie
: Spanish
: 1
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El libro incluye las Centurias de Nostradamus Hubo biografías de Nostradamus que afirman que temía ser perseguido de herejía por la Inquisición, ya que muchos otros, quienes habían publicado ideas polémicas en aquellos tiempos, habían sido llevados a juicio. Según algunos «intérpretes» de Nostradamus, por esta razón decidió volver sus cuartetas extremadamente crípticas, con omisiones de palabras clarificadoras que tal vez servían para respetar la métrica de la poesía, con alusiones, con autorreferencia a otras partes de la profecía, con frases enigmáticas, con apócopes, metátesis y breves anagramas. Las cuartetas están cargadas de metáforas y de palabras griegas y latinas empleadas en un modo muy particular de Nostradamus. Probablemente debido a la oscuridad de sus cuartetas proféticas, estas han perdurado por siglos y han sido a menudo interpretadas de manera distinta por diferentes escritores a lo largo de los años. Muchos libros han sido escritos basándose en estas varias interpretaciones, a pesar de que las diversas «lecturas» de su material han variado de una publicación a otra.

Michel de Nôtre-Dame también llamado Michel Nostradame, usualmente latinizado como Nostradamus, nació en Saint-Rémy-de-Provence, Francia, 14 de diciembre de 1503. Fue un boticario francés y supuesto adivino, más conocido por su libro Les Prophéties (en español, Las Profecías), una colección de 942 cuartetas poéticas que supuestamente predicen eventos futuros. El libro se publicó por primera vez en 1555. Falleció en Salón de Provenza, Francia, 2 de julio de 1566.

Fulgurante Carrera De Médico


La familia Nostradamus, estaba firmemente vinculada a Provenza y sus descendientes, en vez de circuncidarse, como judíos, habían sido bautizados, lo cual les había permitido adquirir bastantes derechos; sus hijos, por tanto, habían podido dejar las modestas ocupaciones anejas a la artesanía y a la práctica del pequeño comercio y dedicarse por completo al cultivo de las artes liberales. En la familia Nostradamus la medicina constituía una tradición que se transmitía ininterrumpidamente de padres a hijos: el padre de Jaime, Pierre de Nostredame, había sido médico en Arlés, y sólo la envidia de los drogueros y boticarios de aquella ciudad le había obligado a buscar refugio y ayuda fuera de ella, entre los poderosos. Aquéllos, efectivamente, no habían podido tolerar que Pierre curase a sus propios pacientes con remedios y medicamentos que él mismo preparaba; y no dudaron, por consiguiente, en denunciarle como falsificador y contraveniente de su oficio. Destituido de sus funciones de médico ciudadano, Pierre entro primero al servicio del Duque de Calabria, y luego del rey René d’Anjou, que más tarde le nombró médico personal suyo. El venerable y ya anciano sabio, versado en la ciencia de Esculapio y en aquella otra que deduce de los astros la interpretación de los sucesos del mundo, gozó siempre de la máxima confianza del Rey. Fue natural que, cuando el joven Michel tuvo la edad suficiente para escoger su futura profesión, se inclinase por el estudio de la medicina.

En aquel entonces, para quien vivía en Provenza, Aviñón representaba la ciudad por excelencia, era como la meca donde convergían, de todos los rincones de la provincia, cuantos aspiraban a ser alguien, o cuantos deseaban evadirse de la dura brega del campo y hallar en la gran ciudad las comodidades de la vida fácil. Majestuosamente ceñida por sus altas y torneadas murallas, con el Ródano que las acariciaba dulcemente deslizándose bajo sus magníficos puentes, Aviñón era una ciudad donde alternaban palacios suntuosos y callejones de mal olor, señoriales calles por donde paseaban elegantes carrozas y pobres tuguriones en los que se hacinaba una humanidad sin rostro.

A quienes procedían de una tranquila ciudad provinciana les parecía muy atractivo poder mezclarse con la inmensa muchedumbre que llenaba calles y plazas hasta estrujarse; en cuanto a diversiones y tentaciones, habían proliferado desde e