: Ali Smith
: Otoño Cuarteto estacional I
: Nórdica Libros
: 9788418451072
: Otras Latitudes
: 1
: CHF 8.00
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 256
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
La primer novela del exitoso Cuarteto Estacional de Ali Smith es una meditación sobre un mundo cada vez más limitado y exclusivo, sobre la riqueza y el valor, sobre lo que significa la cosecha. Es la primera entrega de su cuarteto estacional: cuatro libros independientes, separados pero interconectados y cíclicos (como son las estaciones); y nos hace reflexionar sobre el propio tiempo. ¿Quiénes somos? ¿De qué estamos hechos? Esta es una novela sobre el envejecimiento y el tiempo y el amor y las historias mismas.

Ali Smith (Inverness, 1964) Tuvo una madre irlandesa, un padre inglés y una educación escocesa (hasta que comenzó su doctorado en Newnham College, Cambridge). A los veinte años, después de que un debilitante ataque de síndrome de fatiga crónica descarrilara su carrera académica, comenzó a escribir. Ahora, autora de ocho novelas y seis colecciones de cuentos, crea lo que podría llamarse ficción experimental, pero con un estilo fácil, agradable y de emocionante lectura. Escribe en The Guardian, The Scotsman y el Times Library Supplement.

Era el peor de los tiempos, era el peor de los tiempos. Otra vez. Es lo que tienen las cosas. Se descomponen, siempre lo han hecho y siempre lo harán, forma parte de su naturaleza. El mar arrastra hasta la orilla a un hombre viejísimo. Parece un balón de fútbol pinchado con la costura reventada, como esos de cuero que se usaban hace un siglo. El mar revuelto le ha arrancado la camisa del torso; desnudo como el día nací, son las palabras que le vienen a la cabeza, que le duele al moverla. Pues entonces no la muevas. ¿Qué tiene en la boca, tierra? Es arena, la nota debajo de la lengua, cruje entre sus dientes mientras entona su canción de arena: Soy muy chiquita pero estoy en todo, soy blanda si cuando caes te arropo, al sol resplandezco y me arrastra el viento, trae el mar un mensaje en la botella, y esa botella de arena está hecha, soy el grano de más difícil cosecha

cosecha

la letra de la canción se le escurre entre los dedos. Está cansado. La arena de su boca y de sus ojos son los últimos granos del reloj de arena.

Daniel Gluck, al fin se te ha acabado la suerte.

Consigue abrir un ojo. Pero…

Se sienta en la arena y las piedras

¿es esto? ¿de veras? ¿esto es la muerte?

Se protege los ojos con la mano. La luz es deslumbrante.

Hace sol. Pero también mucho frío.

Se encuentra en una playa de arena y piedras donde sopla un fuerte viento. Brilla el sol, sí, pero no da calor. Y además está desnudo.¡Cómo no va a tener frío! Baja la vista y comprueba que su cuerpo sigue siendo el viejo, el de las rodillas destrozadas.

Se había imaginado que la muerte destilaba a la persona, que la libraba de sus capas deterioradas hasta dejarla ligera como una pluma.

Por lo visto, el cuerpo con el que acabas varado en la orilla es el mismo con el que te fuiste.

Si llego a saberlo, me habría asegurado de morirme a los veinte o veinticincoaños, piensa Daniel.

Solo los buenos mueren jóvenes, dice la canción.

O quizá (piensa mientras se tapa la cara con una mano para no ofender a nadie que pueda estar viéndolo hurgarse la nariz y examinando lo que ha sacado: es arena, qué hermosos son los detalles y la inmensa gama de colores del mundo pulverizado; luego se frota los dedos para limpiárselos)este es mi ser destilado. En tal caso, la muerte es de lo más decepcionante.

Gracias por invitarme, muerte. Disculpa, pero ahora debo volver a la vida.

Se levanta. Y no duele, no demasiado.

Veamos.

Volver a casa. ¿Por dónde?

Da media vuelta. Mar, orilla, arena, piedras. Hierba alta, dunas. Llanura detrás de las dunas, una línea de bosque que llega de nuevo hasta el mar.

Un mar desconocido y apacible.

Entonces ca