INTRODUCCIÓN
Prepárate para el éxito
¡Qué decir de esa sensación que se experimenta tras completar un entrenamiento, tras mejorar tu nuevo récord personal en una carrera, o batir a un amigo en la subida a una montaña o en la culminación de un pico alpino! Es la sensación de éxito… y sienta bien, realmente bien. Nos crecemos ante los retos y entrenamos con el propósito de experimentar el éxito. Todo corredor sabe que conseguirlo exige un trabajo muy duro. Pero también son muchos los corredores que confunden este concepto y terminan interpretando «un montón de duro trabajo» como «un volumen elevado de trabajo». En el propósito de acumular kilometraje es fácil perder de vista la calidad de esos kilómetros. El primer puesto en el podio no lo ocupan los que acaparan el máximo kilometraje semanal ni los que entrenan más duro, sino que son aquellos que hacen hincapié en los principios básicos –que les permite entrenar con constancia y éxito– los que se cuelgan las medallas. El kilometraje permite adquirir la condición física, pero ¿cómo estar seguros de que el entrenamiento pre-para para el éxito? En pocas palabras, hay cosas que todos los corredores, sea cual fuere su capacidad, deben hacer –aparte de los rodajes– para mejorar su forma de correr. Para correr mejor, te tienes que mover mejor.
Los debates sobre «cómo correr mejor» suelen derivar invariablemente hacia el tema del gesto deportivo o forma de correr, pero antes de llegar ahí daremos un paso atrás y observaremos la realidad. El modo en que corres es una expresión de ti mismo y de tu experiencia. Lo más probable es que no seas un indio tarahumara ni tampoco un keniata. Todos envidiamos la postura perfecta, la impulsión de las piernas y la marcha elástica y sin esfuerzo de estos corredores. Esa zancada ideal no responde a haber nacido a gran altitud ni a la herencia genética, sino que es producto de una movilidad competente. Es el estilo de vida el que posibilita la alineación postural y el eficaz reclutamiento muscular del cuerpo de estos corredores, primero cuando son niños jugando en el campo, después trabajando en esos campos y, por último, mediante un considerable y muy duro entrenamiento que les permite abarcar corriendo todo el terreno. Si consideramos el modo en que un estilo de vida se estructura alrededor de la actividad física y la capacidad atlética progresiva, entonces no es que los keniatas y tarahumaras «hayan nacido para correr», sino que sus cuerpos se «han adaptado a correr». Por otra parte, no debería sorprendernos q