Introducción
El triatlón es un deporte complejo que plantea retos como ningún otro. Exige un alto grado de excelencia y preparación física en tres disciplinas diferentes que precisan material deportivo abundante y muy sofisticado, y requiere gran persistencia y atención, así como muchas horas de entrenamiento. Por tanto, no sorprende que este deporte atraiga a personas ambiciosas cuyas vidas ya están muy comprometidas a nivel familiar y laboral, y que muestran un genuino deseo de alcanzar grandes metas en las competiciones de Ironman® y medio Ironman (Ironman 70.3).
Aunque cualquiera pueda participar en un triatlón de manera circunstancial o a nivel recreativo, alcanzar realmente el éxito y mejorar de forma continuada en este deporte exige un compromiso constante. Es necesario estar muy centrado en la prueba y mostrar una adaptabilidad pragmática al entrenamiento y la competición, además de tener que seguir rindiendo a gran nivel en el trabajo, la familia, los círculos sociales y la sociedad en general, lo cual con frecuencia es mucho más fácil de decir que de hacer, sobre todo en el caso de personas que disponen de poco tiempo incluso antes de apuntarse al triatlón.
La realidad es que, en muchos casos, la meta del triatlón consume excesivo tiempo, sobre todo el entrenamiento para el Ironman. Es probable que lo hayas vivido en primera persona o a través de amigos o compañeros de entrenamiento, gente que se esfuerza tanto por alcanzar sus metas en el triatlón que el resto de su vida se resiente. Se vuelcan totalmente en el deporte; se inscriben en una carrera, compran equipo deportivo y empiezan a entrenar hasta que acaban viéndose superados por la tarea y quedándose atrás en sus objetivos, tanto en el entrenamiento como en otros aspectos de la vida. Eso hace que inviertan aún más tiempo y energías en el entrenamiento, lo cual solo reporta fatiga y ansiedad. De repente, su rendimiento laboral se ve perjudicado, dejan de comer y dormir bien, y se vuelven más propensos a contraer enfermedades. También aumenta la tensión con los seres queridos y miembros de la familia. Inmersos en esta presión creciente, dichos deportistas siguen forzando la máquina y sobrepasando sus límites a pesar de sus efectos perjudiciales.
Yo mismo me vi en una tesitura parecida a causa de mis metas deportivas como nadador de elite y triatleta profesional. Cuando reflexiono sobre mi carrera, está claro que me conducía con una sólida ética de trabajo, y que convertí en mi objetivo exceder la competición con trabajo. Aunque llegué a unas finales de las Pruebas de Selección Olímpicas y también gané un par de carreras profesionales como triatleta, siempre rendí por debajo de mi potencial y terminé quemado. La causa de mi bajo rendimiento se debió a que nunca conté con un método de entrenamiento integral. A pesar de mi formación y mis estudios en fisiología del ejercicio, así como de mi experiencia como entrenador de natación universitaria, no llegué a estructurar correctamente mis sesiones de entrenamiento y no saqué el máximo partido a mi entrenamiento de fondo por no aportar los elementos esenciales para el éxito: fuerza, preparación física, nutrición y recuperación