CAPÍTULO 11
1 Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Se le ordena metafóricamente que mida el altar y a los que adoran en él, para saber que tanto adoran a Dios.
2 Y echa fuera el patio que está fuera del templo, y no lo midas, porque es dado a los gentiles; y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
Cuando dice que tan solo mida el templo es porque el resto de la ciudad Jerusalén, estará dominado, pisado y profanado por 42 meses, que equivale a promediar el valor de cada mes en 30 días coincidiendo con los mil doscientos sesenta días, que se citan a continuación.
3 Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de sacos.
Esto se sucederá antes del toque de la primera trompeta o la reanudación del tiempo con el estallido del súper volcán, la frase “vestidos de sacos”, nos da a entender que los dos testigos predicarán en diversos países, haciendo grandes señales fuera de Jerusalén, la cual estará invadida por el ejército del anticristo.
4 Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
5 Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que él sea así muerto.
6 Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren.
Al profetizar los dos testigos, les harán ver a los hombres los pecados que lentamente fueron aceptados por la sociedad a través de los años, la hom