CAPITULO 2:
METAGESTIÓN - LA PALABRA
Unos días más tarde volví a entrar al “despacho”. Sí, yo necesito un ambiente laboral para pensar, para crear, para leer, para escribir…
Cuando reformamos aquel piso yo estaba trabajando para una empresa, en ella tenía un bonito despacho que realmente utilizaba poco, porque mi trabajo conllevaba viajar mucho y trabajar en casa del cliente. Pero supe que al igual que la cocina, el baño o el dormitorio, yo necesitaba ese espacio en mi casa, en mi “vida”.
Recuerdo que yo misma lo diseñé, como suelo “diseñar” los proyectos, poco a poco, sin prisas, paso a paso, generando idea tras idea.
Lo primero en lo que pensé fue en una gran estantería, que ocupara toda una pared para poner todos mis libros, mis papeles, mis recuerdos…; buscándola fui a un centro comercial donde además de la estantería encontré un magnífico cuadro en blanco y negro con la imagen de una visión aérea de una metrópoli, me encantó. Yo soy muy de ciudades, y aquella visión desde el aire me atrapó.
Al pensar en aquel gran cuadro para la pared contraria a la de la estantería (que era blanca, con alguna balda en negro) me vino la siguiente idea —los colores de la habitación serían el blanco y el negro— El blanco sería el predominante, porque las paredes ya lo eran, y con el negro pintaría algunas zonas haciendo el efecto de los rascacielos del cuadro. Entonces no sabía nada del “ying y el yang”… pero ahora creo que todo encaja.
Salíamos del centro comercial cuando la ví, siempre me habían gustado las mesas con un tablero grande y poca estructura, como las de los delineantes; y allí estaba, una preciosa mesa blanca, idéntica a la que andaba buscando.
El montaje de aquella estantería por mí misma (bueno con ayuda de algún amante del bricolaje casero) lo recuerdo con satisfacción; a pesar de los típicos problemas de acertar con el lado de las maderas, o de no hacer los agujeros con la balda al revés… todo fue divertido. Este tipo de tareas son las que puedes enfocarlas como “tediosas” y aburridas, o relajantes y satisfactorias, todo depende de tu actitud.
De pie en mitad de la habitación, satisfecha de ver toda la estantería erguida, me puse a buscar el lugar exacto para el cuadro. Este también había que montarlo, parecía más fácil de lo que al final resultó ser, pero en un ratito ya estaba colgado, en el centro de la pared.
Una vez colgado fui pensando como pintar la parte del “negro” y con regla y lápiz fui haciendo los trazos que marcarían las zonas para rellenar. Siempre me ha gustado pintar las paredes, me viene a la cabeza esa imagen de las películas americanas de “personas felices mientras pintan sus casas”; está claro que nunca sale la parte de cubrir con plástico y papel suelos y puertas para no mancharlas, ni la parte de limpiado…; pero igualmente me genera un sentimiento de “buen rollo”.
El montaje de la mesa fue lo más fácil, y quedaba majestuosa en medio de aquella habitación, al contemplarla se fue configurando en mi cabeza la imagen completa de la habitación, identificando los elementos que faltaban, ya tenía la siguiente idea. Sí, ¡necesitaba otra visita al centro comercial!
Lo primero era una g