: Emilio Salgari
: Sandokán
: e-artnow
: 9788026802891
: 1
: CHF 1.80
:
: Spannung
: Spanish
: 284
: Wasserzeichen
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Este ebook presenta 'Sandokán', con un indice dinámico y detallado. Sandokan es una novela conocida tambien como 'Los tigres de Mompracem' o 'Los tigres de la Malasia' del autor Emilio Salgari. Fue publicado por primera vez en 1894. Sandokán, un joven príncipe malayo, subió al trono de Mulder, en la isla asiática de Borneo. Pronto comenzó a hacerse fuerte y a conquistar los reinos cercanos. Entonces, viendo amenazado su poder, los hombres blancos, se aliaron con el sultán de Varauni para derrocarlo. Las traiciones se sucedían y pronto se asesinó a toda la familia del joven soberano. Sandokán resistió todo lo que pudo, pero acabó siendo vencido por sus enemigos. Entonces, se dedicó a piratear por Borneo al mando de un puñado de valientes que no le habían abandonado. Era perseguido, y, con el paso de los años, se embarcó hasta la isla Mompracem y pronto se convertiría en el terror del Mar de Malasia. Emilio Salgari (1862 - 1911) fue un escritor y periodista italiano. Escribió principalmente novelas de aventuras, ambientadas en los lugares más variados, como Malasia, el mar de las Antillas, la selva india, el desierto y la selva africana, el oeste de Estados Unidos, las selvas de Australia e incluso los mares árticos.

Capítulo II: FEROCIDAD Y GENEROSIDAD



A la mañana siguiente, y antes que saliera el sol, Sandokán se alejó de la vivienda dispuesto a realizar el atrevido proyecto que imaginara.

Iba vestido con traje de guerra; calzaba altas botas de cuero rojo; llevaba una magnífica casaca de terciopelo, también rojo, y anchos pantalones de seda azul. En bandolera portaba una carabina india de cañón largo; a la cintura, una pesada cimitarra con la empuñadura de oro macizo, y atravesado en la franja, un kriss, puñal de hoja ondulada y envenenada, arma favorita de los pueblos malayos.

Se detuvo un momento en el borde de la alta roca, recorrió con su mirada de águila la superficie del mar, y la detuvo en dirección del Oriente.

—¡Destino que me empujas hacia allá —dijo al cabo de algunos instantes de contemplación—, dime si esa mujer de ojos azules y cabellos de oro que todas las noches viene a turbar mi sueño será mi perdición! Lentamente descendió por una estrecha escalera

abierta en la roca que conducía a la playa. Abajo lo esperaba Yáñez.
—Todo está.dispuesto —dijo éste—. Mandé preparar los dos mejores barcos de nuestra flota.
—¿Y los hombres?
—En la playa están con sus respectivos jefes. No tendrás más que escoger los mejores.
—¡Gracias, Yáñez!
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