: Ibrahim Alsabagh
: Un instante antes del alba Crónicas de guerra y de esperanza desde Alepo
: Ediciones Encuentro
: 9788490558362
: 1
: CHF 8.80
:
: Biographien, Autobiographien
: Spanish
: 224
: DRM
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
El 22 de diciembre de 2016 los grupos militares que ocupaban el este de la ciudad de Alepo entregaron las armas, pasando a ser considerada como 'ciudad segura' tras más de cuatro años de durísimos enfrentamientos entre el ejército y las milicias armadas. Este libro relata lo sucedido a lo largo de los últimos dos años de conflicto en la segunda ciudad más importante de Siria a través de los ojos del padre Ibrahim Alsabagh, fraile franciscano y párroco de la iglesia latina de San Francisco en Alepo, quien a finales de 2014 retornó a su país para poder estar con su gente. A través de sus breves notas, sus relatos, sus reflexiones incisivas --latidos de vida, gemidos y gritos que se vuelven oración-- se narra cómo se vive en Alepo la tragedia de la guerra, pero también cómo se alimenta la esperanza en un futuro y se encuentra sentido a la vida (y la muerte) en una situación en la que la violencia y el mal parecen tener la última palabra. 'Nos mandan la muerte y nosotros les devolvemos la vida. Nos lanzan el odio y nosotros ofrecemos a cambio el amor a través de esa caridad que se manifiesta en el perdón y en la oración por su conversión'.

El padre Ibrahim Alsabagh nació en Damasco (Siria) en 1971, en el seno de una familia cristiana. Tras terminar sus estudios de bachillerato, se matricula en la Facultad de Medicina de la Universidad de Damasco. Durante el periodo de sus estudios universitarios se desvela su vocación al sacerdocio, por lo que abandona la carrera para ingresar en el seminario oriental, en El Líbano, donde realiza durante cuatro años los correspondientes estudios de teología y filosofía. Allí recibe la llamada para entrar en la orden franciscana y servir a la Custodia de Tierra Santa. Finalmente, en 2003, realiza la profesión solemne como fraile menor y al año siguiente es ordenado sacerdote. Se ha especializado en teología dogmática, obteniendo la licenciatura por la Pontificia Universidad Antonianum de Roma en el año 2013. Ha sido delegado de pastoral vocacional, subdirector de una escuela católica en Jordania y párroco en Jericó. En el año 2014 se le pide la disponibilidad para regresar a Siria, concretamente a Alepo, como párroco de la Parroquia latina de San Francisco y vicario del Obispo.

A mediados de febrero el ejército sirio lanza una ofensiva en el territorio al norte de Alepo, conquistando diversas aldeas. Pero una contraofensiva de los rebeldes pocos días después hace retroceder a las fuerzas gubernamentales. Esto explica también la intensificación de los bombardeos en la zona de Alepo en donde se encuentra la parroquia.

3 de marzo de 2015

La lluvia de bombas continúa sobre Alepo, afectando también a nuestra zona de Azizieh. La gente tiene miedo de venir a la iglesia, y por eso desde hace algunos días el número de fieles ha disminuido de forma considerable. Se ha hablado largamente sobre una tregua, pero todo parece haberse desvanecido; por el contrario, han aumentado los disparos y los proyectiles sobre las zonas habitadas. A pesar de ello tratamos, en la medida de lo posible, de continuar con las reuniones de catequesis, en especial con las de preparación para la primera comunión y la confirmación.

El domingo pasado, durante las misas, rezamos por los muertos, los heridos y las familias cuyas casas han resultado afectadas en los últimos bombardeos. Pero esta oración no debe ser nuestra única respuesta. Invitamos cordialmente a todos los fieles a reaccionar a través de la solidaridad y de la caridad activa yendo a visitar a las personas y las casas afectadas, rezando con los que están oprimidos y tristes o dando todo lo que se pueda para aliviar el sufrimiento. Nosotros, cristianos de Alepo, no deberíamos ser pasivos sino pasar a la acción, ofreciendo nuestra caridad de forma tangible e inmediata. Nunca deberíamos permitir que prevalecieran la duda y la desesperación.

5 de marzo de 2015

Alepo, ciudad devastada

Para describir la realidad de Alepo no bastan las palabras. Es una ciudad destruida, profundamente golpeada.

Un día me dijo un sacerdote, comparando lo que estaba sucediendo en Siria con la guerra civil en El Líbano[6]: «Es verdad que en El Líbano vivíamos bajo los disparos, en plena guerra puerta a puerta, pero seguíamos trabajando, había trabajo. El problema con la guerra siria, sobre todo en Alepo, es que la gente ha perdido el trabajo. La primera devastación ha implicado la destrucción de los recursos de base y de las industrias».

Asistimos a una catástrofe del sistema económico, a un desmoronamiento de toda la sociedad, de un pueblo y una cultura. En medio de este desastre nosotros, como Iglesia, tratamos de ser la red de relaciones que impida que caiga también el hombre. Si Damasco se ha visto afectada fuertemente por la falta de electricidad, la inflación y los bombardeos sobre los edificios, Alepo se ha visto afectada de forma todavía más fuerte, con el añadido de la falta de agua, víveres y trabajo. A pesar de ello, las familias y las personas, al menos la mayoría de ellas, no han perdido todavía el ánimo. Existe una resistencia fuerte que obtiene su verdadera fuerza de la oración, de la fe recta y de la esperanza segura, y esto se verifica bajo los golpes durísimos que reciben las familias cada día, con la muerte de niños y jóvenes, con la emigración de los jóvenes varones y con el goteo constante de la pérdida del trabajo.

Lo que me anima a seguir adelante en mi misión cotidiana –a pesar de todos los signos de muerte a los que asistimos sin parar– son las palabras que Jesús pronunció sobre la hija de Jairo: «No está muerta, está dormida» (Marcos 5,39). «Todavía hay esperanza»: en Alepo, estas palabras se han convertido en la profesión de fe del párroco, de sus parroquianos y de todos los cristianos. Esta es la frase que habita en nuestros corazones y nuestros labios; la pronunciamos incansablemente en lugar de las antiguas profesiones de fe de los primeros cristianos: «Jesús es el Señor» y «Maranatha», «Ven, Señor Jesús».

La misión pública de Jesús que continúa hoy en Siria

En los últimos días la liturgia eucarística nos ha propuesto el relato de Marcos de la misión pública de Jesús. Jesús recorría los caminos de las ciudades predicando el Evangelio, expulsando a los demonios y curando a las personas de cualquier tipo de enfermedad. Pensando en mi experiencia en Alepo –en particular en los casos difíciles que afrontamos cuando acogemos a la gente en la parroquia–, me descubro continuando esta misión pública como creyente y como sacerdote: no solo con las intervenciones de sanación de las enfermedades del cuerpo, psicológicas o espirituales, a través de la Palabra y de los sacramentos, sino también a trav