: Fiódor Dostoievski
: Los hermanos Karamazov Biblioteca de Grandes Escritores
: IberiaLiteratura
: 9783959281485
: Biblioteca de Grandes Escritores
: 1
: CHF 0.90
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 1805
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
Ebook con un sumario dinámico y detallado: Los hermanos Karamázov es la última novela del escritor ruso Fiódor Dostoyevski, publicada en noviembre de 1880. Es considerada por muchos autores una de las obras más importantes de la literatura universal.

CAPÍTULO III

NUEVO MATRIMONIO Y NUEVOS HIJOS

Después de haberse desembarazado de Mitia, Fiodor PavIovitch contrajo un nuevo matrimonio que duró ocho años.

Su segunda esposa, joven como la primera, era de otra provincia, a la que se había trasladado en compañía de un judío para tratar de negocios. Aunque era un borracho y un perdido, no cesaba de velar por su capital y realizaba excelentes aunque nada limpias operaciones.

Sofia Ivanovna era hija de un humilde diácono y quedó huérfana en su infancia. Se había educado en la opulenta mansión de su protectora, la viuda del general Vorokhov, dama de gran prestigio en la sociedad, que, además de proporcionarle una educación, había labrado su desgracia. Ignoro los detalles de este infortunio, pero he oído decir que la muchacha, dulce, cándida, paciente, había intentado ahorcarse colgándose de un clavo, en la despensa, tanto la torturaban los continuos reproches y los caprichos de su vieja protectora, que no era mala en el fondo, pero que, al estar todo el día ociosa, se ponía insoportable.

Fiodor Pavlovitch pidió su mano, pero fue rechazado cuando se obtuvieron informes de él. Entonces propuso a la huérfana raptarla, como había hecho con su primer matrimonio. Con toda seguridad, ella se habría negado a ser su esposa si hubiese estado mejor informada acerca de él. Pero esto sucedía en otra provincia. Además, ¿qué podía discernir una muchacha de dieciséis años, como no fuera que era preferible arrojarse al agua que seguir en casa de su protectora? Es decir, que la infortunada sustituyó a su bienhechora por un bienhechor. Esta vez Fiodor Pavlovitch no recibió ni un céntimo, pues la generala se enfureció de tal modo, que lo único que le dio fue su maldición.

Pero Fiodor Pavlovitch no contaba con el dinero de su nueva esposa. La extraordinaria belleza de la joven, y sobre todo su candor, le habían cautivado, a él, un hombre todo voluptuosidad, que hasta entonces sólo había sido sensible a los atractivos más groseros. «Sus ojos inocentes me taladran el alma», decía con una sonrisa maligna. Pero aquel ser corrompido sólo podía sentir una atracción de tipo sensual. Fiodor Pavlovitch no tuvo ningún miramiento con su esposa. Considerando que estaba en deuda con él, ya que la había salvado de una vida insoportable, y aprovechándose de su bondad y su resignación inauditas, pisoteó la decencia conyugal más elemental. Su casa fue escenario de orgías en las que tomaban parte mujeres de mal vivi