: Jacob Grimm, Wilhelm Grimm
: Hermanito y Hermanita Y otros dieciséis cuentos que no están en los libros
: Nórdica Libros
: 9788415717058
: 1
: CHF 7.10
:
: Erzählende Literatur
: Spanish
: 170
: kein Kopierschutz
: PC/MAC/eReader/Tablet
: ePUB
En diciembre de 2012 se conmemora el bicentenario de la publicación de los cuentos de los hermanos Grimm. Esta edición reúne diecisiete historias que no fueron objeto de las alteraciones llevadas a cabo por Wilhelm, y son, por tanto, las que se hallan más cerca de la fuente de la que fueron extraídas. Con su lectura se comprenderá cuán larga y dificultosa fue la tarea de ambos hermanos desde el momento en que iniciaron el proceso de fijación escrita de los primeros textos recopilados hasta llegar a las versiones que conocemos en la actualidad. Estos cuentos son prácticamente desconocidos para el gran público, pues todos ellos aparecieron en revistas o periódicos, de forma aislada y al margen de las numerosas ediciones de la colección realizadas en vida de los hermanos. Precisamente por ello han permanecido así con su forma original. '200 aniversario de los cuentos de los hermanos Grimm'

Jacob y Wilhelm Grimm | Autor Jacob y Wilhelm Grimm (Hanau, Alemania, 1785-1863 / 1786-1859). Filólogos de formación y estudiosos del folclore. Fueron profesores universitarios en Kassel, en Gotinga y en la Universidad Humboldt de Berlín. Recorrieron su país hablando con los campesinos, con las vendedoras de los mercados, con los leñadores y recogiendo historias de los lugareños, además de estudiar la lengua y el antiguo folclore de la región. Fruto de este trabajo son sus cuentos, entre los que destacan Hansel y Gretel, Blancanieves, etc., que recopilaron con el título de Cuentos de hadas de los hermanos Grimm. Noemí Villamuza | Ilustrador Noemí Villamuza (Palencia, 1971). Durante su infancia pasaba ratos estupendos dibujando, así que, llegado el momento, se fue a Salamanca a estudiar Bellas Artes. Vive en Barcelona desde el año 1998, utiliza bicicleta o metro para moverse por la ciudad y trabaja como ilustradora y profesora de futuros ilustradores. Ya lleva más de veinticinco libros publicados, uno de ellos fue Premio Finalista Nacional del Ministerio de Cultura, y otros han sido editados en Corea, Estados Unidos o Japón... En 2007 recibió el Premio Junceda por sus ilustraciones para El festín de Babette. Le gustan mucho los lápices suaves, vestirse de rojo y desayunar fuera de casa.

Hermanito y hermanita

El hermanito cogió a su hermanita de la mano y dijo:

—Desde que madre murió no hemos tenido una sola hora de dicha; la madrastra nos pega todos los días y siempre que vamos a verla nos echa a patadas. Los cuscurros de pan que sobran son nuestra comida y hasta al perrillo de debajo de la mesa le va mejor: a él le echa de vez en cuando un buen bocado. ¡Que Dios se apiade de nosotros! ¡Si nuestra madre lo supiera! Ven, vamos a marcharnos juntos al ancho mundo.

Anduvieron todo el día por praderas, campos y pedregales y, cuando llovía, la hermanita decía:

—¡Dios y nuestros corazones lloran juntos!

Por la noche llegaron a un gran bosque y estaban tan cansados de la pena, el hambre y la larga caminata, que se sentaron en un tronco hueco y se durmieron.

A la mañana siguiente, cuando despertaron, el sol ya estaba en lo alto del cielo y brillaba abrasador en el interior del árbol. Entonces dijo el hermanito:

—Hermanita, tengo sed, si supiera dónde hay una fuentecilla iría y bebería, me parece que oigo manar una.

El hermanito se puso en pie, cogió a la hermanita de la mano y se fueron a buscar la fuentecilla. Pero la malvada madrastra era una bruja y había visto perfectamente que los niños se habían marchado y los había seguido en secreto, tal como hacen las brujas, y había encantado todas las fuentes. Cuando por fin encontraron una fuente que manaba refulgente sobre las piedras, el hermanito se dispuso a beber de ella, pero la hermanita escuchó cómo decía entre murmullos:

—¡El que beba de mí, se convertirá en tigre! ¡El que beba de mí se convertirá en tigre!

Entonces exclamó la hermanita:

—Ay, hermanito, te lo ruego, no bebas, de lo contrario te convertirás en un animal salvaje y me devorarás.

El hermanito no bebió y, aunque tenía una sed enorme, dijo:

—Esperaré hasta la próxima fuente.

Al llegar a la segunda fuente, la hermanita oyó que también esta decía:

—¡El que beba de mí se convertirá en lobo! ¡El que beba de mí se convertirá en lobo!

Entonces la hermanita exclamó:

—Ay, hermanito, te lo ruego, no bebas, de lo contrario te convertirás en un lobo y me devorarás.

El hermanito no bebió y dijo:

—Esperaré hasta la próxima fuente, pero entonces beberé, suceda lo que suceda, tengo demasiada sed.

Y cuando llegaron a la tercera fuentecilla, la hermanita oyó cómo decían entre susurros:

—¡El que beba de mí se convertirá en un ciervo! ¡El que beba de mí se convertirá en un ciervo!

La hermanita intentó rogarle a su hermanito que no bebiera, pero el hermanito ya se había arrodillado junto a la fuente y bebido del agua, y en cuanto las primeras gotas llegaron a sus labios, quedó allí tendido transformado en un cervatillo.

Entonces la hermanita empezó a llorar por el pobre hermano encantado y el cervatillo también lloraba muy triste a su lado. Finalmente dijo la niña:

—Tranquilízate, querido cervatillo, nunca te abandonaré.

Entonces se quitó la liga dorada y se la ató al cervatillo al cuello, arrancó unos juncos y trenzó con ellos una cuerda blanda. Ató a ella al animalito y lo guió, adentrándose cada vez más en el bosque. Y cuando habían andado ya mucho, llegaron a una casita y la niña miró al interior y, como estaba vacía, pensó que podían quedarse a vivir allí. Entonces buscó hojas y musgo para hacerle al cervatillo un lecho blando y todas las mañanas salía a recoger raíces, bayas y nueces y al cervatillo le llevaba hierba fresca, que este comía de su mano, y él se sentía muy satisfecho y jugaba a su alrededor. Por la noche, cuando la hermanita estaba cansada y había rezado sus oraciones, apoyaba la cabeza sobre el lomo del cervatillo, que era su almohada, y se dormía plácidamente. Y si el hermanito hubiera tenido su forma humana, habría sido una vida deliciosa.

Esto duró el tiempo que estuvieron solos en la espesura; pero u