José Enrique Miguens, un pensador argentino
José Enrique Miguens ha sido un hombre de su tiempo, un clásico y un demócrata. Lo fue desde su juventud hasta su madura adultez, confrontando siempre su pensamiento acerca del hombre y la sociedad con el devenir de los acontecimientos de su país y el mundo. Estudió y reflexionó con profundidad, del modo en que es necesario hacerlo para relacionar con adecuada perspectiva lo que es esencial, y lo hizo apasionada y visceralmente, con el entusiasmo de quien en todo momento se siente joven. No era un ideólogo, sino un pensador. Hombre de fe inclaudicable, su compromiso cristiano no solo no le impedía, sino que lo alentaba a estudiar los problemas y los hechos con una franca libertad de espíritu.
Nacido en Buenos Aires en 1918, se recibió de abogado con Medalla de Oro en la universidad de su ciudad natal, donde también obtuvo el doctorado. En 1944 y 1945 realizó estudios de posgrado en Sociología, su verdadera pasión, en la Universidad de Harvard, con Pitirim Sorokin y Talcott Parsons. Con este último colaboró en la traducción al inglés de la obra cumbre de Max WeberEconomía y sociedad.
A su regreso al país asumió las cátedras de Sociología en la Universidad de Buenos Aires por más de quince años. También fue profesor de las Universidades de La Plata, Rosario, Luján y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
En 1959 fue fundador y director de la carrera de Sociología en la Universidad Católica Argentina, de la que se apartó en 1973 por mantener su independencia de criterio frente a las restricciones impuestas por las autoridades de esa casa de estudios.
Fue también fundador y director técnico del Instituto de Investigaciones Motivacionales y Sociales, donde realizó durante un largo periodo muchas encuestas y estudios de opinión pública, tarea pionera por entonces en el país.
Con posterioridad volvió a Estados Unidos, donde fue profesor visitante durante dos años en la Universidad de Notre Dame y luego en las Universidades de Connecticut, Carolina del Norte y Harvard.
Concernido desde muy joven con las venturas y desventuras de la vida pública argentina, acompañó su labor docente con la publicación de múltiples artículos y libros para intentar esclarecer los dilemas y fenómenos políticos de su país. Merecen destacarse, en ese sentido la publicación, primero en inglés, de «Militarism in developing countries» y «Juan Perón and the reshaping of Argentina», escrito en colaboración con Frederick Turner y que fuera traducido al español bajo el título «La racionalidad del peronismo».
Su perfil, se diría hoy, fue integral e interdisciplinario. Interrogó a la realidad, una y otra vez, desde la filosofía, el derecho, la política y la sociología.
Miguens fue un estudioso y un pensador, primero a través del estudio sistemático de los grandes textos de la ciencia política y luego de los sociólogos norteamericanos con los que tuvo intenso y crítico diálogo. Miguens aceptó la democracia de Pericles, definida en su discurso fúnebre de 431 a. C. para recibir a los primeros muertos de la guerra del Peloponeso. Allí el orador no elogió a esos ciudadanos que entregaron su vida por Atenas sino que exaltó a esta: «Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos… En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce a favor de la mayoría y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; ni aún al que es pobre, su oscura posición no le impide servir al Estado, si es capaz de hacerlo».
Una simple pincelada no podría definir a José Enrique, pero bien vale identificarlo con lo que él mismo atribuyó a Giambattista Vico en un párrafo de su libroDemocracia práctica, para una ciudadanía