El conocimiento
Estaba en un desierto. Miró a la derecha y un árbol surgió a su izquierda. Giró la cabeza hacia la izquierda; el árbol desapareció para crecer a su derecha. Ojeó hacia atrás, el árbol apareció delante. Atisbó hacia delante, el árbol brotó atrás. Cerró los ojos para ver si lo llevaba dentro. Se convirtió en ese árbol.
La visión del elegido
«Y apareció Jehová a Abram...». Abram vio a Dios. Es decir no vio nada más de lo que veía de ordinario. Solo que se dio cuenta de que eso que veía —paisaje, animales y gente— era en realidad Dios.
El vidente
Todos los días, a las doce, cae del cielo una piedra y le pega en la cabeza. Ha terminado por creer que él mismo produce el fenómeno porque, faltando sesenta segundos para mediodía, dice: «Ordeno que en un minuto más caiga una piedra del cielo y me parta la cabeza».
Teoría equivocada
Un filósofo que no podía caminar porque pisaba su barba, se cortó los pies.
Ideal loco
Un arquero quiso cazar a la luna. Noche tras noche, sin descansar, lanzó sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca cazó a la luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo.
Método piramidal
Empaquetó excrementos, buscó incautos y los convenció de comprar ese producto para que lo vendieran dando a sus futuros clientes las mismas razones con que él los había persuadido. Este sistema creó innumerables revendedores hasta que la insalubridad del producto provocó una peste que los exterminó a todos.
Inteligencia
Lo condenaron a la horca. Pidió que le regalaran un par de botas de plomo.
Deseo concedido
Dijo: «Dios, haz que nada tenga que no sea mío...». ¡Y se esfumó!
Velorio
La caja de un muerto se quejaba amargamente: «¡No es fácil ser ataúd: quien nos hace no nos quiere, quien nos compra no nos usa y quien nos usa nunca nos ve!».
Último suspiro
Que la muerte sea mi perra.
La ruptura
... Y después de verla por última vez se dio cuenta de que la había visto por primera vez.
El encuentro
Temprano, en la mañana, vio venir algo a lo lejos. Primero pensó que era un animal feroz; después, que era un hombre, con seguridad un asesino. A medida que el extraño se le fue acercando creyó ver a un paisano, a un amigo, a su hermano, hasta que al final, a mediodía, se dio cuenta de que era su propia sombra.
La libertad
El árbol decidió viajar. Cuando logró desprenderse de la tierra, se dio cuenta de que sus ramas eran raíces celestes.
Sorpresa
Esa noche el ladrón estaba feliz. La casa oscura no tenía guardián. Forzó la puerta, entró en ella y llenó su saco de tesoros. Se fue corriendo sin mirar hacia atrás. Cuando estuvo a salvo, volvió la cabeza... para darse cuenta de que había robado en su propia casa.
El más allá
De pronto, mientras pataleaba, se dio cuenta de que su ataúd era un huevo.
La última odisea
Partieron en busca de la Verdad. Encontraron a quien los estaba soñando.
Arte marcial
Una vez le preguntaron a un guerrero invencible por qué se paseaba por las calles con un aire tan humilde. Mostró una mano extendida y contestó: «Mis dedos son cinco señores. Estos cinco señores se inclinan ante mí». Fue cerrando la mano hasta convertirla en un puño. «Mientras más humildes se hacen, más fuerza me dan».
El arquero
Una y otra vez el cuerpo del arquero es atravesado por flechas. Se da cuenta de su verdadera identidad: él es la presa.
El tesoro
Posee, guardado en una fortaleza sin ventanas, un inmenso tesoro. Muy de tarde en tarde lo va a visitar. Con una pequeña lámpara entra en uno de los numerosos cuartos oscuros llenos de objetos preciosos para iluminar solo un par de ellos. Se va satisfecho murmurando: «Hoy me he enriquecido».
Delirio de persecución
Un insensato no cesaba de quejarse porque lo venían siguiendo sus huellas. En lugar de quedarse quieto, huyó hasta caer muerto de fatiga.
Delirio de grandeza
Un yesero carga un Cristo para llevarlo a una iglesia. Ve que a su paso por la calle los ciudadanos se prosternan. Cree que es un homenaje dedicado a su persona. Se siente divino. Quiebra la escultura y abre los brazos. No comprende por qué lo apedrean.
Adán, poeta
Quiso decir «fuego», le salió una llamarada por la boca. Con terror dijo «abejas», vomitó un enjambre. Ya más cauteloso murmuró «trigo», la lengua se le cubrió de semillas. Estuvo tentado de decir diamantes, perlas, oro, pero aquello se le mezcló con tarántulas, tigres, excremento. Después de horas de mudez, concretando sus ensueños, exclamó «¡Eva!». Le vino un dolor atroz a las mandíbulas, la boca se le fue abriendo de más en más. Mientras una cabeza provista de abundante cabellera comenzaba a surgir partiéndole los dientes, fue perdiendo la respiración y luego la conciencia. El cuerpo de la hermosa mujer, formada con los huesos y la carne de aquel primer hombre, surgió de la piel vacía.
El perezoso
Sabiendo que había nacido para originar una mariposa, mientras sus congéneres se encerraban en laboriosos y oscuros capullos, el gusano se puso a saltar lo más alto que pudo, creyendo así echar alas con más facilidad.
Génesis
De efecto en efecto, Dios logró al fin producir una causa, que de inmediato le arrebató su sitio.
Calidad y cantidad
No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga.
El perfume de los ojos
Las abejas no cesaban de perseguirlo intentando, al parecer, picarle los ojos. El enjambre volaba alrededor de sus párpados que, durante el ataque, él mantenía firmemente cerrados. «¡Estoy enfermo, mis ojos secretan una substancia que las atrae!», se dijo y fue a ver a un viejo oculista. El sabio lo examinó con gran sorpresa. «¡En lugar de globos oculares tienes flores! ¡Son dos rosas blancas!». «¿Entonces, las abejas no quieren enterrarme su aguijón?». «No, muchacho. Solo quieren beber el néctar de tus lágrimas». «¿Hay un remedio para esto?». «¡Cesa de creerte enfermo! ¡Ve a perfumar el mundo con tu mirada!».
Fiesta inesperada
El cadáver decapitado lanzó fuegos artificiales por el orificio de su cuello.
Sueños de grandeza
Demoraron siglos en construir una catedral. Cuando la terminaron creyeron que dentro de ella iban a encontrar a Dios. Lo buscaron infructuosamente para al final darse cuenta de que Él no estaba en la forma del santuario sino en las piedras de sus muros. Abandonaron la colosal construcción y comenzaron a adorar un guijarro.
Ser y parecer
Aquella sombra trabajó esforzadamente la mayor parte de su vida, privándose de lujos y placeres. Al fin reunió la suma que necesitaba para comprarse un cuerpo de carne y hueso. Con gran orgullo se lo pegó en los pies y lo obligó a hacer todo tipo de actividades inútiles solo para lucir su posesión ante las demás sombras que, cansadas de manejar tantos años sus cuerpos, los movían siguiendo un diagrama de gestos banales y fáciles de ejecutar.
De profundis
La puñalada no lo hirió a él sino a su sombra. Venciendo el deseo de replegarse, ella lo siguió, transida de dolor, por todo el mundo. Pero, habiendo perdido agilidad, entrabó sus pasos. Él, con una cruel sacudida, desprendió a su fiel seguidora, para alejarse secundado por una nueva. La vieja sombra, abandonada en un rincón, se fue encogiendo alrededor de la dolorosa cicatriz, que poco a poco se convirtió en una perla.
Peligros de la enseñanza
El Buda, frente a sus reverentes...