INTRODUCCIÓN
Si Dios es bueno y amoroso, como lo proclama el cristianismo, ¿habrá dado los Diez Mandamientos para segar toda aspiración humana a la felicidad, o será que la obediencia a ellos es el mejor camino a una vida llena de satisfacción? ¿Qué fin tuvo al darnos estos mandamientos?
Iremos contestando esas preguntas en el curso de la obra, ahora comencemos con tres observaciones en cuanto a los mandamientos. Primero, me atrevo a decir que al noventa por ciento de los que leen estas líneas les es difícil citar al menos cinco de ellos. Segundo, me sorprendería si el cinco por ciento de los miembros de la mayoría de las iglesias que se llaman cristianas citaran los diez. Tercero —y esto quizás le sorprenda—, los Diez Mandamientos no solo están vigentes para todos nosotros sino que, aun más preocupante, desobedecerl os acarrea grave peligro para nuestras vidas.
Usted podría contestar: “Pero, si fueron escritos para los judíos del Antiguo Testamento, ¿cómo puede decir que desobedecerlos acarrea grave peligro para nosotros que no somos judíos?”
Hoy vivimos en un ambiente en el que escogemos lo que queremos hacer y creer, tomando nuestras decisiones de acuerdo a lo que más nos convenga. No nos gustan ni las leyes ni los policías, mucho menos ni los jueces ni las cárceles. Queremos ser libres para hacer lo que nos dé la gana sin que nadie nos moleste. No nos importa si lo que creemos es verdad o mentira, lo relevante es ser libres y vivir a nuestro gusto. Por ser esa nuestra actitud, precisamente, cuestionamos la necesidad de que se nos impongan mandamientos, más aun cuando nos percatamos de que vienen de la antigüedad y que fueron dados al principio a un pueblo muy distinto.
Vayamos al Nuevo Testamento. ¿Qué nos dice este acerca de los mandamientos de Dios? En Romanos 2:14-16 hay una referencia a los no judíos —nosotros— en cuanto a la ley de Dios:
Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Se nos informa que Dios puso sus mandamientos en los corazones de todo el mundo. Todos nacimos con “genes” insertados por Dios para saber la diferenciar entre lo bueno y lo malo. Esta conciencia dada por Dios nos acusa o nos excusa, según nuestro comportamiento. ¿Dónde es que se determina lo bueno y lo malo? L